Respecto al aguado intento de separación de Cataluña de España -simbólico, dicen ahora ladinamente sus promotores-, ciertos países de fuera del continente y media Europa han estado pendiente del caso, y por eso han llovido testimonios sobre el suceso y nuestra nación. Los más, favorables a la unidad del España, algunos otros reticentes. Lo correcto por parte de los informadores de aquí sería haberlo reflejado tal cual, pero no todos así lo han hecho. Me refiero, y no citaré cabeceras ni a colegas, que han usado el mal estilo de la descalificación, juzgando ellos sobre esas informaciones y poniendo en duda incluso la honorabilidad profesional, cuando la opinión del periodista extranjero no era favorable para la unidad patria o, dicho de otra forma, del agrado de la publicación. Me contrarió profundamente que un diario de difusión nacional dedicase espacio a mostrar algunas vergüenzas de otro país europeo a modo de un "pues peor tú" cuando se supo que informadores de ese país, que no citaré, indicaban las dudas que había suscitado el procedimiento judicial puesto en marcha en España para sancionar a los políticos catalanes infractores de las leyes. La falta de categoría para saber contrarrestar con razones, con argumentos positivos, sin insultar, es hoy el motivo de este desahogo. Espero que se me comprenda.