Tengan buenos días, en este 25 de noviembre, casi cerrando ya el penúltimo mes del año. Una jornada especialmente significada, ya que en él ponemos el foco en la necesaria atención al problema de la violencia específica contra la mujer y en el seno de la familia. Una terrible lacra que, a estas alturas, todos pensamos que estaría ya totalmente erradicada. Pero no, la misma hunde profundamente sus raíces en prejuicios y consideraciones culturales que vienen de viejo en nuestro entorno y en muchos otros. Y que, por eso, sigue siendo especialmente grave y duradera. No podemos cejar en el empeño de mejorar la perspectiva vital ante la que se encuentran muchas mujeres, cuyas vidas se rompen -a veces, literalmente- a partir de un machismo y una violencia aún no suficientemente denostados. Una cuestión, no cabe duda, para cuya erradicación definitiva estamos llamados todas y todos. Nadie puede quedarse indiferente.

También vienen marcados estos días por un consumo a veces un tanto compulsivo, que mejora a corto plazo las previsiones económicas, pero que no deja de tener su peligrosa cara b. Porque, en términos de verdadera sostenibilidad social y ambiental, debemos sopesar todos los términos de la ecuación de la producción y el consumo. Y aunque siempre es bueno que los parámetros macroeconómicos nos presenten una economía más dinámica, esto no es tan óptimo si no se producen -a mi juicio- dos fenómenos más. Por un lado, que tal riqueza extra generada sirva para acortar la creciente brecha de la desigualdad, uno de los jinetes del apocalipsis que se cierne amenazante sobre nuestra sociedad del mañana. Y, por otro, que la factura medioambiental de tal exceso sea asumible, en un panorama global en el que ya se sabe que habrá que hacer esfuerzos adicionales para que el mundo que les dejamos a las generaciones venideras no quede fatal e irreversiblemente tocado por nuestra falta de miras a medio y largo plazo. Con todo, si esto es así soy de los que se alegran de que el comercio funcione, y de que los indicadores "macro" no nos den demasiados dolores de cabeza. Pero no se engañen... En una sociedad tan interconectada globalmente, si nuestro éxito se basa únicamente en un consumo interior desaforado, no deja de ser un bluff. Lo realmente retador sería utilizar este nuevo tirón para sentar las bases académicas, científicas, tecnológicas, fabriles y sociales de un nuevo modelo de sociedad que, verdaderamente, tenga mucho más que ofrecer al resto del mundo, y no nuevas burbujas, sean las que sean. Que de eso ya sabemos, y por ahí no.

Pero, en realidad, yo no venía a hablarles hoy de esto, sino de algo que está relacionado también con una sociedad mejor, y que surge como respuesta al Black Friday desde la óptica de la justicia social y la solidaridad. Es el Giving Tuesday, o Martes para donar, que este año 2017 se celebrará el próximo martes, 28 de noviembre. Una iniciativa que he tocado con ustedes ya desde su inicio en 2015, y sobre la que les animo a informarse. Giving Tuesday es, así, un día global para dar, poniendo el foco en la solidaridad y en la atención a diferentes causas sociales, de la mano de agentes solventes, transparentes y con una reputación corporativa intachable.

El año pasado, 2016, Giving Tuesday significó la recaudación de 558.617 euros, destinados a 321 proyectos sociales, así como 1.379 donaciones de sangre, en una fiesta que fue trending topic en Twitter durante 8 horas y media. Atrás quedaban los 405.000 euros y 260 proyectos de 2016, y sus 982 donaciones de sangre, junto con las 5 horas en que tal jornada fue tendencia en la Red. No cabe duda de que todo ello es un cierto contrapunto a las jornadas previas de Black Friday y Ciber Monday, también de reciente entrada aquí, y que parece que han venido para quedarse, y que buscan la movilización de la sociedad para comprar.

Donación, pues. ¿Pero de qué? Pues depende de a quién, de a qué organización. Unas necesitan dinero, otras fomentar la donación de órganos o sangre, otras ropa y en otros casos, horas de voluntariado. O alimentos. Es un esquema abierto en el que Giving Tuesday pone en contacto a personas con la voluntad de donar algo de ellas, y a organizaciones con esa necesidad y un proyecto sólido detrás, de forma que cualquier organización, por pequeña que sea, puede proponer su proyecto, sin ningún coste, para que los potenciales donantes lo conozcan. Y, al revés, donde cualquier posible donante, individual o colectivo, puede conocer distintos emprendimientos sociales y solidarios, a los que apoyar y donar dinero, tiempo, o lo que tal organización precise. Se trata de articular una corriente nacional de solidaridad, de forma que se identifique la jornada con dar sin esperar nada a cambio, fomentando tal hábito y potenciando verdaderamente una cultura de lo común y lo solidario.

Conózcanlo, si les parece, en www.givingtuesday.es. Es posible aportar recursos, crear acciones solidarias y difundir la iniciativa... ¿Por qué no?