En campaña electoral los partidos se desatan pero esta vez se han adelantado porque la cosa está más que complicada para algunos. Por eso dan motivos para el asombro, la risa o el llanto, la indignación y hasta para desentendernos de las elecciones, por aburrimiento, hasta la noche del 21 cuando den los resultados.

Asombra Podemos anunciando un recurso de inconstitucionalidad contra los reales decretos de Presidencia de Gobierno que contienen las medidas del 155. No siendo esos decretos leyes ordinarias, ni orgánicas, ni decretos leyes, ni decretos legislativos, el recurso no pasará de las puertas del Tribunal Constitucional. Ocurre que, como eso es lo que Iglesias busca para luego denunciar al TC por corrupto y franquista, la cosa más que asombrar, indigna por lo que tiene de instrumentalización.

Para asombrar, también, lo que se escucha sobre el acatamiento del 155 por los consejeros encarcelados como si eso jurídicamente significara algo. Acatar significa aceptar con sumisión una orden o una ley, lo cual entraña, además de cumplirla, una cierta adhesión por su bondad, razonabilidad o conveniencia. También significa cumplirla sin importar el juicio que me merezca. No es creíble que los exconsejeros acaten en el primer sentido el 155 como hacemos los que, sin reservas, aplaudimos su aplicación. Queda el segundo significado, aceptar la orden y la ley aunque me resulten torpes e injustas porque no queda otra y, en consecuencia, cumplirla pagando, por ejemplo, la multa impuesta. Ni a mí el acatamiento de la ordenanza municipal me salva de pagar la multa ni a Junqueras el acatamiento del 155, con el significado que se quiera, le abre o cierra la puerta de la prisión de Estremera. Junqueras no tiene modo de evitar el 155 así que es irrelevante que lo acate con satisfacción y comprensión o que lo acate porque no puede eludirlo. Por eso la magistrada Lamela pasó del 155 en el auto y dictó prisión provisional al entender que los delitos que se les imputan son graves y que existía riesgo de fuga, de destrucción de pruebas y de reiteración en la actividad delictiva. El magistrado Llarena resolverá el lunes mantenerlos o no en prisión según entienda que esos riesgos siguen o no siguen ahí. El acatamiento del 155 no cuenta.

Para reír o llorar, las cosas de Iceta. Lleva de tercero a Espadaler, exconsejero de la UDC de Durán i Lleida con Pujol y Mas, que no quería la DUI pero sí el derecho

a decidir y una relación confederal de Cataluña con España. Y lleva a Jiménez Villarejo, en mayo de 2014 elegido para el Parlamento europeo en la lista de Podemos y en marzo de 2016 crítico con Iglesias por no apoyar la investidura de Sánchez. Y, en fin, lleva a más democristianos, a independientes y a gentes de grupos no independentistas. Iceta vende una transversalidad muy vistosa en una campaña electoral pero que, pensando en las tareas del grupo parlamentario o de gobierno, pone a prueba el humor del PSOE. Iceta ha debutado pidiendo la condonación de deuda para Cataluña y un modelo de financiación que se parece pero que mucho al vasco. ¿Reímos o lo contrario?

Y para indignarse, los independentistas. Por avisar de riesgo de pucherazo, por colgar de un puente muñecos con símbolos de los partidos constitucionalistas o por los desahogos malintencionados de los fugados en Bruselas contra la democracia español.