El reciente sondeo del CIS indica que no será fácil la investidura de un candidato a la presidencia de la Generalitat, habida cuenta de la previsible igualdad de escaños entre constitucionalistas e independentistas. En estas condiciones resultará decisiva la posición de Catalunya en Comú-Podem, la coalición de Colau e Iglesias. La coalición, con otra denominación, tuvo 11 escaños en septiembre de 2015 y en el reciente sondeo del CIS pierde dos escaños pero esos nueve tendrán en su mano la investidura. Su cabeza de lista, Domènech, como Colau e Iglesias se apunta al doble rechazo, ni DUI ni 155, y pretende una suerte de tercera vía que al final no podrá ser dada la fortaleza y la distancia entre los dos bloques opuestos. La coalición, partidaria del derecho a decidir en un referéndum pactado, rechazó la DUI exhibiendo el no en la votación del 27 de octubre en el parlamento de Cataluña y rechazó el artículo 155 desde que su aplicación empezó a sobrevolar la política catalana. Ahora lo acaban de ratificar recurriendo ante el TC el Acuerdo del Senado que autorizó las medidas de aplicación del 155 propuestas por el Gobierno pero no recurriendo, porque era inviable, los reales decretos de Presidencia del Gobierno que contenían el propio Acuerdo del Consejo de Ministros con las medidas de aplicación. El recurso de inconstitucionalidad se basa en que no hubo DUI y sí ofrecimiento de diálogo de Puigdemont a Rajoy, en que no se autorizó la intervención del delegado de la Generalitat en el Senado para defender las alegaciones de Puigdemont y en lo inapropiado por excesivo de las medidas de destitución del gobierno y disolución del parlamento. Muy difícil lo van a tener los recurrentes pero no está de más que el TC tenga la oportunidad de pronunciarse sobre las posibilidades de un artículo hasta ahora escondidas en la penumbra de unas expresiones tan abiertas como son "las medidas necesarias" y el atentado grave "al interés general de España".

En todo caso, lo relevante ahora es aclarar si el infantilismo oportunista de la coalición de Colau e Iglesias, ni DUI ni 155, se transformará en la investidura en apoyo, con el voto explícito o con la abstención, a un candidato constitucionalista o a su opuesto, porque otra cosa no cabe. En ese momento sabremos si la coalición está con el independentismo o está con la Constitución porque no es posible quedarse entre ambas proponiendo la ensoñación de una tercera vía. Hasta ese día, y dado que en la hemeroteca es posible encontrar sobre la política catalana afirmaciones de los dirigentes de la coalición para todos los gustos, es legítimo y razonable afirmar que si, en su día, todos los indignados reunidos bajo el liderazgo de Iglesias crearon, al calor de la crisis y la corrupción, un actor colectivo, Podemos, que levantó esperanzas de cambio en más de cinco millones de ciudadanos, hoy ese actor se revela con pies de barro, errático y sin criterio ante un asunto básico de la política en cualquier Estado. Ni la facundia pretenciosa de Iglesias ni el esquematismo con el que Colau se esfuerza en resumir el discurso de su segundo en el Ayuntamiento sirven para nada cuando se trata, pies en tierra, de afrontar un asunto político de la envergadura del que ha frenado Rajoy con la indispensable aplicación del 155. El doble rechazo, ni DUI ni 155, no es más que una salida infantil y oportunista tan inservible para atajar la rebelión de Puigdemont como inservible y oportunista ha sido casi toda la andadura de los indignados en estos años para aportar remedios a la lucha contra la crisis y contra la corrupción, emprendidas ambas desde el Gobierno y el Poder Judicial con el apoyo de los partidos inequívocamente constitucionalistas. A ver si Iceta les echa una mano para salir de esta porque, de otro modo, se irán difuminando. Como desde sus comienzos era previsible.