Ocurra lo que ocurra hoy en Cataluña con la votación al Parlament de la Generalitat, la realidad política de lo salido de las urnas se comprobará al cabo de pocas semanas, quizás tres o cuatro, que son las que me distancian de estar allí una temporada. Dios mediante, el 20 de enero viajaré a una estación de esquí catalana, bien recordada y sufrida por mí -tibia y peroné rotos hará la tira de años-, y una vez allí situado, con lo que palpe, podré opinar con más verosimilitud sobre lo logrado con las elecciones de hoy. Nunca dejé de afirmar, poniendo además mucho énfasis ante ciertos recalcitrantes que me lo reprochaban, que yo continuaba "consumiendo catalán" porque rechazo el boicot a lo catalán, y elegí entre todas las posibilidades nacionales, aparte de otras razones afectivas, un establecimiento catalán que me permite esquiar en estaciones catalanas, andorranas y francesas. Por allí estaré tres semanas, tiempo suficiente para hacerme una idea exacta de lo se cueza. Por ahora suspendo mi juicio sobre la realidad política allí asentada pues presiento que puede ocurrir de todo, hasta que haya que emplazarse para nuevas elecciones. Ya les contaré.