Buenos días, queridos y queridas todos. Me pillan hoy casi despidiéndome de mis primeras cinco décadas de vida, casi sin haber tenido tiempo para hacerlo en condiciones. Total, que antes de que me dé cuenta, en un par de días, la columna de las decenas de mi calendario personal se tornará en cinco. Todo un lujo, teniendo en cuenta que la alternativa a cumplir es mucho peor... Que sean muchos más.

El caso es que, a pesar de esa nada despreciable cantidad de veranos encima, este planeta y sus habitantes siguen sorprendiéndome cada día. Por una parte eso me alegra, porque lo peor es perder la capacidad de hacerlo. Pero, por otra, no sé yo... Y es que hay situaciones, acontecimientos y realidades ciertamente fuera de todo lo imaginable.

No, no me refiero a la posibilidad de un presidente catalán telemático, que de eso ya hablaremos... Hoy los tiros van por otro lado, apuntando al mismísimo primer mandatario de los Estados Unidos de América. Allí, y en el resto del mundo, hoy la polémica está servida, después de que se publicase que, en una reunión con legisladores en la Casa Blanca, Donald Trump hubiese planteado algo así como "¿Por qué tenemos a toda esta gente de países (que son un) agujero de mierda viniendo aquí?". El Washington Post, que alude a fuentes fiables en su crónica, así lo publica...

Después del primer shock, con condenas en cascada desde todas las partes del mundo, incluyendo las instituciones más influyentes y respetadas a escala global, llegaron los matices. Y, con ellos, la negativa de Trump a reconocer que había dicho eso. Él mismo, a través de Twitter -¿se merecen los estadounidenses un presidente cuyo canal prioritario es Twitter?- negó haberlo expresado. Miren, yo no lo sé, porque no estaba allí. Pero, vistos los antecedentes personales del interfecto, ¿a quién creen ustedes?

De todos modos, no voy a ir por ahí. Porque lo que a mí me asombra es la pueril explicación que da Trump en relación con todo ello. Fíjense que el presidente reaccionó así -hasta el extremo que cada uno se crea, en virtud de las versiones encontradas que circulan-, y siempre siguiendo al Washington Post, cuando dos senadores le plantearon un proyecto de ley que podría implicar visados para algunos ciudadanos de países retirados recientemente del programa de Estatus de Protección Temporal (TPS), tales como El Salvador, Haití, Nicaragua y Sudán. Fue entonces cuando Trump sugirió, de forma dura, que él no quería inmigrantes de esos países, sino de otros como Noruega (?), seguramente saliendo al paso de cualquier forma, con el recuerdo del país escandinavo reciente para él por su reunión, esta pasada semana, con la primera ministra de ese país.

Y yo me pregunto, al margen de que el presidente Trump haya insultado o no... ¿sabe el millonario Trump por qué a la gente le da por emigrar? ¿Acaso por ver mundo? Puede ser, pero en un porcentaje pequeño de los casos. La realidad pura y dura es que las personas emigran por necesidad, pura y dura. Y que son los países afectados por circunstancias socioeconómicas extremas los que producen un flujo migratorio mayor. El conjunto de los noruegos, supongo, no tiene mayor interés en moverse a Estados Unidos o a España. Allí se vive bien. Pero si echamos un vistazo a Haití -desván de la Humanidad donde los haya-, Sudán o Siria, ¿qué nos encontramos?

Ciertamente, vivir para ver... Los inmigrantes no son los que uno prefiere, sino aquellos a los que la vida, por aquello del devenir de la misma, les empuja a las puertas de otros, de una forma verdaderamente cambiante a lo largo de la Historia. Y, si no, vuelvan de nuevo la mirada a Siria. Un lugar donde muchas personas vivían muy bien en lo que ahora son solo escombros. ¿Tenemos que retomar el pasado para entenderlo? ¿Saben ustedes que en Europa hubo hambre y guerra, destrucción y miseria? ¿No nos damos cuenta de que la falta de empatía crónica que hoy profesamos nos pone a nosotros mismos y a nuestros descendientes en la picota?

Inmigrantes noruegos, sí... Y unicornios blancos voladores y todas esas otras zarandajas del " America first"... No quisiera pensar que a este hombre le falte un hervor, o que quizá ni siquiera nunca estuvo metido en la pota... Lo sorprendente es que esté donde está, y que represente a la que se dice -y en muchos sentidos lo es- la democracia más avanzada del mundo...