Nuestro alcalde, tras anunciar su candidatura en los venideros comicios electorales, ha entrado en campaña convencido de que un posible triunfo daría a su gestión una nueva capa de pintura. Guarda, al parecer, para el concertante final, una serie de acontecimientos que pueden constituir el impulso definitivo para su revalidación. Existe, a la vez, cierta percepción de que escasean las ideas originales y las ideas no son otra cosa que el registro de la experiencia. A partir de ahora, cualquier acto público de don Xulio será considerado de carácter electoral, razón por la cual su función regidora no debe perderse en sus propias paradojas y asumir la responsabilidad de una convulsa gestión. Necesita el alcalde coruñés suscitar nuevas relaciones de sociabilidad, vencer su escasa audiencia ante la Xunta y el Gobierno central, la beligerancia no da réditos, y rescatar el peso institucional de La Coruña. Orden, claridad, concisión son ingredientes imprescindibles para ser escuchados y poder contemplar con lucidez la realidad a la que hemos llegado. Los políticos que se alejan de la realidad pierden prestigio, que es tanto como perder la confianza y sin confianza no hay credibilidad. Nuestro alcalde debe actualizar su elenco gobernante, amparado tras la logomaquia indescifrable, y no aventurarse con la prótesis del PSG local cuya alianza, cómoda y prescindible, carece de estabilidad. Ha de resolver, cuanto antes, el problema de los okupas y lograr que el Plan Estratégico de Turismo (PET) deje de ser una conjetura. Como hombre de Derecho, debe abolir los vaniloquios propios de políticos convencionales y ocuparse del esmero urbano, que es una forma de hacer llegar al ciudadano la fortaleza cívica de los actos de gobierno.

Otrosí digo

Mario Cuomo, exgobernador de Nueva York, decía que "se hace campaña electoral con poesía y se gobierna con prosa", máxima a tener en cuenta cuando se ponga en marcha la campaña publicitaria. Quizás esto no interesa a los antiUSA. Norteamérica es en sí un aire anunciante que la revitaliza; es más, parece vivir más del anuncio que de su propio producto.