Se les saluda! Se puede decir que enero ya ha llegado para quedarse, teniendo en cuenta que pasamos ya de la mitad de este mes. Espero que pasado el llamado "Lunes Azul" - Blue Monday-, tercer lunes del año y presunto día más triste del mismo por aquello del pago de los excesos del mes anterior, la constatación de la quiebra de los buenos propósitos y la poca luz, estén ustedes bien. Yo, si les digo la verdad, me encuentro fenomenal. Conmigo no va demasiado la influencia del tal Blue Monday, ya que soy poco receptivo a tales estados de ánimo globales, y máxime si es el día -como ha ocurrido en esta ocasión- en que cumplo cincuenta años. Pero, además, como no ha habido excesos de los que lamentarse y tampoco me importa que haya poca luz, mucha o mediopensionista, y los buenos propósitos siguen incólumes, todo en orden.

Los que parece que no tienen todo en orden en materia de protección de las personas jubiladas son los estamentos políticos, que siguen agitando el tema de las pensiones -nunca mejor dicho- como si no hubiera un mañana. Del clásico seguimiento económico en términos apocalípticos de la mal llamada "hucha de las pensiones" a las arengas enfervorizadas a favor de los planes privados para planificar nuestro futuro. Algo se está moviendo en Castilla, amigo Sancho...

Miren, la hucha de las pensiones no es más que un fondo sobrante de la época en que, con cinco millones de inmigrantes aquí, las cuentas daban. Pero pensiones ya había antes, sin que tal fondo existiese o tuviese la envergadura que llegó a adquirir, y estas se pagaban sin problema. El pago de las pensiones o es una prioridad nacional o no lo es. Y si lo es, sobran mecanismos para poder hacerlas efectivas antes que otros muchos gastos.

Otro tema diferente es la falta de renovación de la población, que no su envejecimiento, por una demografía catastrófica de la que nos venimos haciendo eco hace muchos, pero que muchos años. Si hay pocos que trabajen -porque hay menos jóvenes, que no nacen o terminan marchándose por la difícil situación laboral- y muchos a percibir pensión, porque felizmente vivimos más tiempo y mejor, las cuentas pueden no salir. Pero no porque no haya dinero en la hucha, sino porque el conjunto de las transferencias sociales tendrá difícil financiación, sea cual sea el instrumento para pagarlas. Eso es distinto.

En cualquier caso, se detecta una cierta confusión en todo este ámbito, quizá alentada por quien solo ve en el sector privado la solución a todos nuestros problemas. A mí no me parece mal, ni mucho menos, que una persona pueda contratar lo que quiera en un mercado libre, pero eso es distinto de reventar desde dentro -desde la gestión de lo público- el necesario sistema nacional de protección social. Y esto ha ocurrido en alguna medida hoy, después de las polémicas declaraciones de la presidenta de la Comisión de Evaluación y Seguimiento del Pacto de Toledo, Celia Villalobos, que ha asegurado que las pensiones están garantizadas por el Estado -una de cal-, al tiempo que abogando por el ahorro -planes privados- de los mayores de cuarenta y cinco años, un poco por lo que pueda pasar -otra de arena-. Luego vendrán las matizaciones, los desmentidos, y se pondrá todo en su lugar, pero está claro que hay movimiento. Muchos intereses en una modalidad de ahorro que en España no tiene el predicamento que posee en otros países, donde los sueldos son más altos, y que aquí no acaba de cuajar.

Un tema sobre el que el Gobierno también se pronuncia ahora, proponiendo que, con carácter voluntario, los trabajadores que lo deseen puedan extender el período de cálculo de su pensión a toda su vida laboral. No sé si es una ocurrencia o no, pero lo preocupante para mí de esto es que tiene cierta lógica y -a falta de hacer números más finos- al que esto les dice creo que le compensaría económicamente, al tener casi veinte años cotizados con la base máxima en el pasado, cuestión que no es evidente que se dé a futuro. Una realidad que dice mucho del momento real de nuestra economía, en términos de salarios y cotizaciones pretéritas y presentes, habitual hoy para muchas personas. Como les digo, la medida en sí puede ser interesante para aquellos que, compensándoles, puedan acogerse a ello. Pero ¿en qué clase de entorno económico vivimos si a alguien le sale a cuenta hacer eso? ¿Hemos cronificado un escenario de mayor precariedad? ¿Vamos a menos?

En fin... Un tema recurrente, y siempre candente, en el que siempre es difícil poner de acuerdo a todos los actores. Y, mientras, las verdaderas amenazas, como una situación demográfica gravísima y casi sin vuelta atrás si seguimos mirando hacia otro lado, se ciernen sobre nosotros... El problema no es la hucha, es la cruda realidad.