En España lo mejor es el pueblo. En los trances duros, los señoritos invocan la patria y la venden;

el pueblo no la nombra siquiera, pero la compra con su sangre y la salva. (?)

Antonio Machado, enfermo, así lo dice en una carta al escritor ruso David Vigodsky.

Hora de España, nº IV, abril 1937.

Mis disculpas y reconocimientos van dirigidas a médicos, payasos, farmacéuticos, nutricionistas, reporteros; todos sin fronteras. Los que olvide, por favor, que se vean incluidos en mi agradecimiento -todos menos los palmeros-; nunca he podido pasar de la ridícula cuota domiciliada en el banco a favor de alguna de ellas y me avergüenza incorporarla en la declaración de la renta para que Montoro me desgrave unos céntimos.

Hay declaraciones del presidente y sus palmeros que son cómicas y dramáticas a la vez, son demagógicas sin piedad y, lo que es peor, profetizan la que se les viene encima a los que les quede algo por vivir. Pero permítanme un inciso.

La campaña que M. Rajoy y sus portavoces han puesto en marcha con la prisión permanente revisable me inflama la hernia de hiato, no puedo tragar que se aprovechen delitos dramáticos -amplificados por ciertos periódicos y televisiones- para ganar adeptos y futuros votos, sin que la opinión de los técnicos sea tenida en cuenta más allá de lo que nos cuenta algún portavoz de sus asociaciones profesionales. Si esa condena es en realidad efectiva y, si en realidad es revisable, no entiendo que no se aplique a más delitos que han causado muertes. Seamos claros, la corrupción en la banca ha causado muertes -suicidios reales o no- de mucha gente, famosa o no. La actividad de rufios, proxenetas, puteros, comisionistas varios, corruptores y corruptos -de uniforme o de paisano- causan cada día víctimas que no somos capaces de contar.

M. Rajoy afirma que el dolor no es revisable, seguramente sea así; pero los billetes de 500 euros sí son controlables y las cuentas sitas en no sé dónde, también son revisables y controlables y condenables. Para mis adentros es lo mismo dejar hacer a un ladrón de dinero público, a un narcotraficante mafioso a su libre albedrío, a un corruptor de menores, que a un contrabandista de mujeres condenadas a la prostitución. Por favor, menos condescendencia.

Les rogaría que dejasen aparcado eso de contraprogramarse, él y Puigdemont, para poder ver que en Cataluña hay un gobierno autonómico, si lo desean; para poder ver que en España hay un gobierno que cumple sus funciones, si lo desea. Si en ambos casos no estamos más que ante la pantomima, que se convoquen nuevas elecciones.

Ya lo decía hace poco la profeta Celia Villalobos, que lo de las pensiones es una sopa boba. El que quiera vivir de viejo se lo vaya pagando ya y que el quiera que sus hijos estudien, vea la tele el sábado por la tarde, siempre sale alguna familia americana en bancarrota que pierde los ahorros conservados para la universidad de sus hijos. Así no se hace Europa, señorito.