Si usted me quiere fusilar - dijo el teniente coronel - , fusíleme en seguida, sin más interrogatorio. El interrogatorio es idiota.

Los oficiales se consultaron. Uno de ellos escribió algo en una hoja de papel.

-Abandono de tropas. Condenado a ser fusilado - dijo.

Dos carabineros condujeron al teniente coronel a la orilla del río. Se alejó bajo la lluvia, viejo, abatido, con la cabeza cubierta, escoltado por dos carabineros. No vi cómo le fusilaban, pero oí las detonaciones."

Ernest Hemingway 'Adiós a las armas' cap.XXX

Este Hemingway de 1917 no pronuncia un alegato contra la guerra, sólo es el realismo atroz de su propia experiencia. El mismo que vivimos con la violencia machista, la que nos toca mucho más cerca gracias a los informativos morbosos que vomitan las mismas imágenes y frases cada diez minutos, pensando que así seremos más intransigentes con esos asesinos mientras venden más publicidad, aunque no haya chiflados con fusiles de asalto comprados en mercadillos, sólo hacen falta las manos y un cuchillo para matar. A mí me llega con saber que una mujer ha sido violada, asesinada; que hayan pillado al presunto y esté a buen recaudo con una sentencia; no tendría que verlo en televisión a todas horas ni servir de pasto electoral para populistas que están a la que caiga.

El caso es que estamos ante fracasos sociales, sociedades que no funcionan tal y como se habían definido, o sí. Es posible que estemos ante la sociedad enferma que permita y disculpe el acoso aquí o más allá de Ceuta, que lo permite en el Mediterráneo. Es posible que lo conozcamos en cualquier barrio y nos preguntemos quién era la víctima, si era nacional o venidera, si había denunciado o no, si estaba protegida o desamparada con sus hijos.

Sociedad fallida también es aquella que fomenta la violencia como solución a todos los males, la que procura que se pueda llegar a confundir la realidad e imitar la ficción de los videojuegos o las series de polis buenos de gatillo fácil, la que permite el acceso a las armas, a su uso desde niños y la compra legal a adolescentes. Alarmarse de los asesinatos de Miami; pero no saber cuál es el número de víctimas de la violencia machista o racista en el mismo país es del género hipócrita; tanto como la reacción de Trump echándole la culpa a los locos, en un país en el que la salud tiene un alto precio pagado a escote a los lobbys de las farmacéuticas y a los amigos del rifle. A Nikolas Cruz la sociedad liberal sólo le ha enseñado violencia ¿qué demonios hablan de salud y menos de salud mental? ¿Quién lo había mandado a un médico? Gran parte de la sociedad americana mira para otro lado, se rearmará con su segunda enmienda y una par de pistolas más por barba, pronto añadirá una muerte más a su lista de récords. En resumen otra sociedad fallida encantada de conocerse que se permite ser dirigida por radicales con serias taras, que podrían ser tratadas, pero se niegan a reconocerlas.