Mañana celebramos, una vez más, el Día Internacional de la Mujer. Una jornada en que, cada año, hacemos hincapié en la necesidad de una igualdad efectiva entre mujeres y hombres, que muy pocos se atreven a negar en los tiempos que corren. Pero, lamentablemente, sin que se vea un impacto positivo y verdaderamente definitivo en tal aspiración. Claro que hemos mejorado mucho desde la sociedad de nuestros abuelos o nuestros padres, pero faltando todavía un largo camino en tal empeño.

Camino, para empezar, en el ámbito laboral. A pesar de lo que se diga y lo diga quien lo diga, la brecha laboral sigue existiendo entre hombres y mujeres, entendida en el sentido de que ellas cobran menos -de media- por igual trabajo, o de que tienen mayor dificultad para alcanzar ciertos puestos. No quiere decir esto que no haya otras brechas o inequidades salariales en nuestra sociedad. Pero esta, la ligada al género, está superpuesta a todas esas otras realidades, y es preciso abordarla.

Pero también en el plano de la consideración social, en muchos ámbitos y desde muchos puntos de vista, las mujeres están minusvaloradas. Si un hombre es un ligón, es un campeón. Pero si lo es una mujer, para muchos todavía merece calificativos que da vergüenza reproducir aquí. Incluso en una temática tan delicada como la que tiene que ver con comportamientos penalmente perseguidos de acoso o ataque directo a la mujer, hay quien se afana en buscar la provocación por parte de la víctima, sustentada en una vestimenta o en códigos gestuales o verbales. Esto es algo que existe, que afecta también a los estratos demográficos más jóvenes, y que es preciso tratar de forma eficaz y contundente.

La representatividad de la mujer en la sociedad, y en sus instrumentos de todo tipo, también deja mucho que desear. Ellas son, al menos, el cincuenta por ciento de la sociedad. Sin embargo su visibilidad en consejos de administración, órganos políticos e institucionales al máximo nivel y otros foros, es muchísimo menor. Hay muchas menos mujeres que hombres en puestos de responsabilidad, incluso en aquellos ámbitos en que ellas son más en la base. Esto también tendríamos que hacérnoslo mirar.

Y todavía hay hoy, y si no miren ustedes las cifras, hombres que consideran a las mujeres un objeto de su propiedad. Un ser que no tiene voluntad, y en torno al cual se identifica "amar" con "tener derecho a controlar". Las cifras de la ignominia, de la violencia por razón de género, dejan pálido a cualquiera. Pero fíjense ustedes que lo que se ve es sólo la punta emergida del "iceberg". Qué habrá detrás...

Por todo eso, y por mucho más, es necesario seguir abordando una planificación ambiciosa en términos de igualdad de hombres y mujeres. De mujeres y hombres. Porque con ella ganaremos todos, los hombres que respetamos a las mujeres y ellas mismas. Una sociedad donde una parte de la misma, por pequeña que sea, es vilipendiada, apartada, denostada y lastimada por el resto, es una sociedad menos vivible, sin duda alguna. Pues imagínense ustedes cuando tal parte es, al menos, un cincuenta por ciento del global. No se sostiene.

Capítulo aparte merece la situación de la mujer en otras partes del mundo. O, incluso, en determinados "guetos" dentro de nuestro propio territorio nacional. Esto, directamente, mete miedo. Por eso la dimensión global de la cuestión tampoco puede quedarse en el tintero. Es necesario influir, en la medida de nuestras posibilidades, para el advenimiento de nuevos tiempos, donde cada ser humano pueda gozar de un absoluto respeto de sus semejantes, de forma que pueda desarrollarse y vivir su propia vida. Obvio decir que el género es uno de los motivos de exclusión o semiexclusión en determinadas sociedades. No podemos mirar para otro lado por nuestros intereses económicos, geoestratégicos o de otro tipo. Las convicciones morales profundas asociadas a la igualdad no pueden ser soslayadas bajo cualquier pretexto.

Feliz Día de la Mujer, mañana. La convocatoria de este año viene cargada de propuestas, y está muy en la actualidad. Ojalá haya un antes y un después en el abordaje real de esta temática. Es urgente y necesario, y por eso es importante estar comprometidos con ello.