Todas las estadísticas coinciden en señalar que A Coruña y su comarca, la Gran Coruña que conforma un hinterland de medio millón de habitantes, encabezan el desarrollo de Galicia en crecimiento de población, generación de riqueza y renta por habitante. Sin embargo, este incuestionable liderazgo económico y social no se ha traducido aún para sus habitantes en los beneficios que conlleva la pertenencia a una de las grandes áreas urbanas del país. ¿La culpa? El minifundismo político que desde hace casi dos décadas bloquea el nacimiento del área metropolitana coruñesa.

Esta entidad supramunicipal, que viene reclamándose desde hace dos décadas con mucha palabrería y nulos hechos, mejoraría y abarataría los servicios a cientos de miles de coruñeses en la comarca, facilitaría el acceso a los grandes fondos de subvenciones de la Unión Europea y aumentaría el peso político del área coruñesa a la hora de reclamar inversiones e infraestructuras a las administraciones autonómica y estatal. Pero se ha visto frenada hasta ahora por intereses localistas y políticos.

Las fronteras de infraestructuras y servicios se diluyen día a día. El saneamiento de Abegondo repercute en A Coruña, que bebe agua de Cecebre. La regulación de los aparcamientos en A Coruña afecta a Oleiros y Arteixo. El nuevo plan de movilidad de A Coruña tendrá por primera vez una planificación conjunta con los buses metropolitanos. Las carencias en los centros de salud de la comarca afectan al colapso de los hospitales en la ciudad. Las vías de comunicación, aeropuerto, puerto exterior, o estación intermodal los interrelacionan a todos.

Tras dos décadas de tiranteces, en las que fue postergada por la era Vázquez hasta agonizar, la Gran Coruña que agrupa a medio millón de habitantes dio esta pasada semana un esperanzador paso hacia la realidad.

Todos los alcaldes de la comarca, A Coruña, Abegondo, Arteixo, Bergondo, Cambre, Carral, Culleredo, Oleiros y Sada, que abarcan un amplio abanico de colores políticos, dieron a principios de marzo en Mariñán su apoyo para impulsar el área metropolitana y hacer un frente común para reclamar a Diputación, Xunta y Gobierno central un plazo para las obras de las grandes infraestructuras y medidas pendientes para el despegue de la Gran Coruña, como la supresión de los peajes.

Los alcaldes acordaron cuatro puntos clave. Pedirán una reunión conjunta con el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, para tratar todos los proyectos viarios en marcha y en tramitación y analizar los plazos y desarrollo previstos, además de abordar el futuro del tren de proximidad, en la línea a Ferrol.

Los regidores propondrán que la reunión se convoque en A Coruña y, de no conseguirlo, viajarán todos a Madrid. Los mandatarios demandarán también reunirse con el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, para abordar medidas para la mejora de la movilidad, tanto a nivel de carreteras como de transporte público metropolitano, y la constitución del área metropolitana de A Coruña.

En tercer lugar, solicitarán otra reunión, también de todos los alcaldes, con el presidente de la Diputación, Valentín González Formoso. El objetivo será consensuar propuestas de mejora en la red viaria provincial, fundamental para la movilidad de miles de ciudadanos y como alternativas a las vías de alta capacidad. Y por último demandarán a los órganos administrativos competentes la eliminación de los peajes en el entorno de A Coruña y que los proyectos de nuevas infraestructuras se programen siempre libres de pago.

Los acuerdos de Mariñán combinan demandas históricas con peticiones de garantías de cara a proyectos en tramitación. En este sentido, la solicitud de eximir de peajes las nuevas infraestructuras persigue blindar la gratuidad de la conexión de la vía ártabra con la autopista AP-9, tramo que la Xunta no asegura que vaya a ser libre de peaje.

Los alcaldes continuarán manteniendo desde ahora un contacto continuado para tratar el avance y la ejecución de estas medidas.

La persistente crisis que padecemos ha enseñado tanto al mundo de la empresa como al de la administración pública que para salir adelante en el mundo que se avecina es preciso asumir con valentía y sin pérdida de tiempo estructuras de organización más eficaces que resulten menos costosas. Y, en el caso de A Coruña, con mayor peso político para reclamar las infraestructuras propias de un área que alberga el motor económico de Galicia.

Es pronto aún sin embargo para echar las campanas al vuelo, porque la experiencia demuestra que las buenas intenciones se han visto a la hora de la verdad bloqueadas con palos en las ruedas por parte de intereses locales o partidistas. Hay todavía serios nubarrones que amenazan el despegue de la Gran Coruña.

De los tres alcaldes del PP que firmaron el pasado 2 de marzo el documento de Mariñán en el que se declara el "compromiso para la conformación del área metropolitana", uno de ellos, el regidor de Arteixo, ha anunciado que no acudirá a la reunión convocada este próximo martes en María Pita con el propósito de constituir el área metropolitana coruñesa. Los otros dos alcaldes populares, de Abegondo y Carral, no han confirmado si acudirán.

Por otra parte, mientras los alcaldes socialistas de Culleredo, Betanzos y Bergondo impulsan el área en la comarca, el grupo municipal del PSOE la bloquea en la ciudad de A Coruña, al igual que el PP local.

Hablando en plata, todos se llenan la boca desde hace décadas con las ventajas de la Gran Coruña, pero a la hora de la verdad siempre surgen zancadillas que la abortan. La razón es simple: hay que evitar que un rival se apunte el tanto político.

Es de esperar que estos desencuentros no lleguen al extremo de que la unidad fraguada hace apenas una semana en Mariñán para reclamar infraestructuras y supresión de peajes no haya pasado a ser papel mojado. La desunión restaría argumentos y capacidad de presión ante Xunta y Gobierno para lograr esos objetivos, claves para elevar la calidad de vida de los coruñeses.

Para construir la Gran Coruña hacen falta políticos capaces de afrontar los desafíos con una altura de miras que anteponga el bien común a las cuitas minifundistas. A Coruña ha desperdiciado ya mucho tiempo y no puede perder ahora un tren de progreso al que se están subiendo las principales urbes españolas que pretenden marcar la diferencia en un futuro que está ya a la vuelta de la esquina.