Un total de 32 personas y entidades (LA OPINIÓN 11-03-18) esperan turno en el Ayuntamiento de La Coruña para ser inscritas en el nomenclátor urbano local, algunas con más de tres lustros de antigüedad, desde la fecha en la que fue formalizado el preceptivo acuerdo municipal. La prodigalidad de tales distinciones se sitúa en el último decenio socialista, en el que primó el do ut des ("te doy para que me des"), casi siempre en pos de apoyos mediáticos, incluso para reforzar trenzas inmobiliarias. Ahora existe una especie de gongorismo sumario, como lo evidencia la masiva proscripción de numerosos nombres en el callejero, al pairo de la aplicación de la polémica Ley de la Memoria Histórica, circunstancia que debió aprovecharse para aligerar el bolsón pendiente en lista de espera. Es tan descorazonador despojar de honores civiles a un ciudadano como lo es, en ocasiones, conocer los méritos para premiarlo. Siempre hemos considerado improcedente otorgar distinciones a personas físicas, cuando debiera hacerse, a título nominal, a las entidades que representan. Los temas institucionales, históricos y protocolarios, deben ser tratados por manos expertas mediante estudios rigurosos ajenos a cualquier veleidad. Son asuntos de referencia, que no deben improvisarse ni estar sujetos a dictados oportunistas. Cuando esto sucede, la distinción exhala aromas autoritarios y devienen en "chapuza". Hemos pasado de un estilo "caribeño", basado en un juego de intereses y pretensiones, a un capítulo en el que prima la ideología y el amiguismo. El tiempo, al fin, demuestra que para los honores sobran las máscaras.

Otrosí digo

En el baile de nombres en el callejero coruñés sorprende haber retirado el de los Hermanos Labaca de una plaza próxima a las Escuelas que fundaron y que tantos años llevan facilitando la enseñanza a varias generaciones de coruñeses. Más llamativa ha sido la sorpresa del piloto Luis R. Moya que, inopinadamente, se encontró con una plaza dedicada a su padre, el señor Rodríguez Lago, presidente que fue de la Cocina Económica y benefactor de los gitanos de San Amaro. Personado (Moya) en el Ayuntamiento nadie supo darle explicaciones a un asunto del que también era desconocedora su familia.