Se lo dijo Arrimadas a Turull en su inteligente y clarísima intervención en el pleno de investidura del jueves, no se le procesa por sus ideas sino por sus hechos. Hay que repetirlo a diario porque sobre la falsedad de que se les procesa por su ideario y sus anhelos independentistas levanta la dirigencia independentista, y las comparten Podemos y socios, las descalificaciones más rotundas de España y su Estado constitucional y democrático. Usted lleva muchos años siendo nacionalista e independentista y nadie le ha perseguido por ello prosiguió Arrimadas exponiendo, simplemente, la verdad. Se procesan los hechos, los comportamientos que sumados han venido componiendo el procés que ahora deja paso al proceso penal en el que la dirigencia independentista está encausada. Los hechos, no las ideas. Los hechos recogidos sumariamente en el auto de procesamiento que ha instruido el magistrado Llarena, exaspera la frecuencia con la que le siguen equivocando el apellido, y que la Sala del Tribunal Supremo enjuiciará y sobre los que resolverá. No el gobierno, ni el PP, ni una mano negra, no, serán los magistrados del TS los que van a juzgar los hechos calificándolos como estimen adecuado y condenando o absolviendo según su criterio. También hay que repetirlo porque también sostienen los mismos falsarios la falsedad de que es Rajoy quien gobierna y ordena al poder judicial. Y una tercera falsedad sostienen los independentistas y sus acompañantes de Podemos y socios al presentar el procesamiento y sus primeras y duras consecuencias como el triunfo del autoritarismo fascista sobre la democracia y la libertad. La democracia y la libertad reposan sobre las leyes y los tribunales independientes que las aplican. Las leyes y las resoluciones judiciales que los directores del procés han vulnerado de modo arrogante pese a los mil avisos recibidos. Lo volvió a expresar dura e inteligentemente Arrimadas en su intervención de ayer sábado en una segunda sesión que, como explicó Albiol acertando al ausentarse del pleno, no debió celebrarse por carecer ya de objeto. Les han advertido, dijo Arrimadas, los tribunales, el TC, el Consejo de Estado, el Gobierno de la Nación, los letrados del parlamento catalán, el Consell de Garantias, la oposición democrática en Cataluña y cientos y cientos de comentaristas. Estaban advertidos de las consecuencias de un procés radicalmente contrario a las leyes políticas, al C.Penal, al Estatuto catalán y a la Constitución, y por desoír las advertencias y continuar con el errático procés ha pasado y pasará lo que va a caerles encima a unos pésimos políticos que es lo que han

demostrado ser, del primero al último, escapando de la realidad a lo largo de más de cinco años.

Ha terminado el procés de mala manera porque así es como empezó y somos muchos los que no estamos sorprendidos por ello porque sabíamos desde un principio que el camino emprendido por los independentistas no llevaba a parte alguna. Termina con algunos dirigentes en prisión, otros fugados y todos encausados al borde del banquillo. Termina con frustración ciudadana y, acaso, con asomos de violencia si triunfa la contumacia en los grupos más radicales del movimiento independentista. Muy duro, muy triste y, encima, sin el menor provecho para su comunidad autónoma sino todo lo contrario. Toca recuperar el sosiego o, dicho de otra forma, toca al independentismo recuperar el modelo autonomista, con todas sus posibilidades pero con todos sus límites. Toca recuperar, por lo menos, la conllevancia.