El gobierno español ha solicitado a la Unión Europea la inclusión del eje ferroviario Orense-Monforte-Palencia en la red continental del transporte, reivindicado por el llamado Eje Atlántico, es decir, construir un nuevo ramal ferroviario de 350 kilómetros, que permitiría articular desde Monforte un tren diario de 700 metros de longitud, para poner las mercancías gallegas en la frontera francesa, en tiempos competitivos del eje mediterráneo y de distintos puertos europeos. En estos acuerdos, derivados de la reunión del Eje Atlántico en el Barco de Valdeorras, llamó la atención del secretario del Eje Atlántico la ausencia de representantes de los puertos gallegos y de la conselleira de Infraestruturas de la Xunta, por razones de agenda. Este replanteamiento de las comunicaciones ferroviarias de Galicia nos retrotrae al anuncio de la llegada de la alta velocidad, incluidas las conexiones con Portugal. En el Congreso de los Diputados el portavoz del Bloque recabó hace más de 15 años el derecho de Galicia a la red de alta velocidad en el tramo Ferrol-A Coruña-Oporto, sugerencia que el portavoz de Infraestructuras del PP, Ángel Mario Carreño, respondió "que estaban siguiendo el asunto muy de cerca". Un equipo de posgraduados de la Universidad de Santiago, dirigido por la profesora María García Añón, en un denso y pormenorizado estudio consideró entonces que la entrada aconsejable y lógica de la alta velocidad en Galicia era por el corredor León-Monforte, para vertebrar mejor la comunicación ferroviaria gallega y evitaría la degradación de la zona del valle de Lemos. La entrada por Monforte, insistía el estudio de la Universidad compostelana, conectaría directamente a Galicia con Irún, Barcelona y el resto de Europa. De lo expuesto, se deduce que se hubiera evitado el ramal ferroviario que ahora se solicita. La ocasión perdida nos recuerda aquellos premonitorios eslóganes Galicia, destino único, T odos los gallegos nos sintamos compostelanos o Lo que es bueno para Santiago es bueno para Galicia. Ya se sabe, Moncloa no da lo que la Xunta no pide.

Otrosidigo

Ferrol y Lugo seguirán aislados. El espejismo de modernidad puede con la Xunta. No basta contemplar el desmantelamiento de las "embajadas" catalanas; el titular de la Xunta ha decidido una "embaixada" en Lisboa. Se arriesga en el difícil arte de la intercomunicación de los Estados? sin ser Estado.