"¿Cómo puede saber la gente que todo eso es mentira?" El honor perdido de Katharina Blum.

Heinrich Böll

Desde el derroche de bilis, que ya es cabreo, de la semana judicial pasada y desde mi óptica profana, pero ciudadana, tendría derecho a la soflama; pero me abstendré porque parece que ya han salido a la luz legos y letrados en masa aportando soluciones, o no.

No sé si siempre la literatura está presente en las resoluciones judiciales de actualidad, pero me han traído al magín la obra de Böll pues viene a cuento pensando que nadie puede ser realmente un jurista competente a menos que sea un hombre culto; por supuesto, tampoco puede serlo un periodista, una profesora o un administrador de fincas urbanas, que han de leer, ver, escuchar, sinfonías, películas o frecuentar barras de taberna.

La novela que comento brevemente cuenta cinco días de 1974 en los que Katharina Blum disfruta del carnaval en casa de su madrina y encuentra al joven Götten con quien, al final de la velada, se recoge sin saber que él estaba siendo vigilado.

A la mañana siguiente, la policía irrumpe en el apartamento de Katharina, buscando al prófugo, pero estaba sola, resultó ser sospechosa y la detienen por complicidad en la huída del sujeto de marras y ahí empieza el acoso mediático, su desprestigio con especulaciones infundadas sobre su vida íntima, la de su familia, su modo de ganarse la vida, etc.

Para nada sirve que el desaparecido Götten fuese arrestado y negase cualquier implicación de Katharina en su desaparición. Su madre, María Blum, estaba hospitalizada el día de autos y fallece acosada por los medios de comunicación, en concreto El Periódico -trasunto del Bild-Zeitung- y su reportero Tötges. Pese a todo, Katharina Blum pronto concede una entrevista al periodista implicado y allí lo mata, confesando su crimen a las pocas horas.

De esta manera, una mujer que apenas cuatro días antes simplemente había acudido a un baile, acaba viéndose implicada en una investigación policial, sometida a un duro acoso mediático plagado de falaces calumnias y termina cometiendo un crimen. Böll, lejos de bondad o maldad absolutas nos lleva a las circunstancias que pueden conducir a situaciones indeseables; de una diversión inofensiva a ser asesina por causa de unos artículos periodísticos. Una reflexión, cuando menos, inquietante por la política informativa de aquel diario y su poco profesional periodismo. Böll denuncia que El Periódico usa titulares de impacto, calumnias e infamias y acusa a personas a las que no se les había imputado ningún crimen.

Mientras tanto el lector constata la perversa relación entre los medios de comunicación y los poderes del Estado, sosteniendo que aquel diario sobrevivía proporcionando información a la policía y recibiéndola de ella. Es lo que hay en 150 páginas, linchamientos mediáticos, escuchas telefónicas, juicios paralelos; aunque Katharina fuese absuelta en sentencia firme, pesaría siempre la sombra de la duda.