Consideran que el número de inmigrantes en Galicia es elevado pero no ven nada malo en ello. Ocho de cada diez jóvenes gallegos menores de 30 años afirman que las personas de otra nacionalidad, raza o religión que residen en la comunidad son "muchas" o "demasiadas". Lejos de apreciarlo como un problema, el 42% cree que es algo positivo o muy bueno para la cultura autóctona, según revela el informe Xuventude Galega 2007, elaborado por Vicepresidencia de Igualdade e Benestar.

Quienes perciben una mayor presencia de inmigrantes son curiosamente los jóvenes que viven en las zonas rurales. El 43,6% cree que hay demasiados extranjeros en la comunidad mientras que el porcentaje más alto de población que considera que no hay mucha inmigración (el 19%) se da en las ciudades. Por edades, son los adolescentes -de 15 a 19 años- quienes ven el número de personas foráneas más elevado y los mayores de 25, los que menos.

Pero afirmar que hay mucha inmigración no siempre es sinónimo de rechazo. En Galicia, cuatro de cada diez jóvenes afirman que es algo positivo para la cultura propia de la comunidad que llegue gente extranjera mientras que un 34,2% no lo ve ni bueno ni malo. Pese a todo, un 20,15% cree que la presencia de inmigrantes es algo malo o muy malo. Una vez más, es el ámbito rural donde muestran un mayor recelo a convivir con gente de otros países: el 21% lo ve como algo malo frente al 16 o el 15% de las zonas semirurales o urbanas. Por sexos, las mujeres se muestran más receptivas con la población inmigrante y sólo el 14% considera negativa la llegada de extranjeros, frente al 21% de los varones.

El informe de la Xunta también revela que la mayoría de los jóvenes gallegos son más reacios a convivir con personas que presentan problemas de integración social antes que con ciudadanos de otra raza, cultura o religión. Los encuestados tuvieron que calificar del uno al diez a catorce grupos sociales diferentes en función de quien le molestaría más si lo tuviera que tener como vecino.

Las conclusiones del estudio indican que los drogadictos son el colectivo al que menos personas querrían como compañeros de portal. El conjunto de gallegos, de 15 a 30 años, otorga la máxima puntuación (7,9) a las personas que consumen drogas. A muy poca distancia, con un 7,85, los chavales sitúan a los ciudadanos que han estado en la cárcel como las peores personas para tener en el piso de al lado.

El podium de los vecinos menos deseados se cierra con el colectivo de gitanos. Con un 7,69 de puntuación, la mayoría de los jóvenes gallegos preferiría vivir en el mismo edificio de una persona que sufre problemas psíquicos antes que donde residiera una familia gitana. Tras este colectivo, la juventud gallega sitúa a las prostitutas como el colectivo al que más rechaza.

El resto de grupos sociales que les molestaría tener como vecinos -sin contar a gente de otras nacionalidades- se completa con los enfermos que padecen el virus del VIH o sida (a los que puntúan con un 4,6 en una calificación del uno al diez) y los ciudadanos de una clase social muy diferente a la del encuestado.

El resto de personas non gratas para las jóvenes gallegos son ciudadanos extranjeros. En este grupo, los ciudadanos del Este son los peor vistos por la juventud de la comunidad, a los que dan un 5,48 a la hora de quererlos como vecinos. A continuación, árabes, mulsulmanes y marroquíes son la población extranjera más rechazada por los jóvenes gallegos. A la hora de escoger a un extranjero como vecino de portal, los gallegos lo tienen claro: los africanos de raza negra son sus favoritos, seguidos de los asiáticos, los norteamericanos y los ciudadanos nacidos en Latinoamérica.

La juventud gallega no se considera racista aunque la valoración de los inmigrantes varía en función del lugar de residencia o la edad.