Vicente Ferrer pasó unos meses de su juventud en Betanzos, aunque en las peores circunstancias: recluido en un campo de concentración junto a otros republicanos, la mayoría catalanes como él. Este hecho apenas es conocido por los brigantinos, pero uno de ellos, el ex alcalde y empresario Vicente de la Fuente, admirador de su labor, sacó a la luz ese pasaje de la vida del benefactor en un artículo publicado en el Anuario Brigantino.

Ferrer, de juventud anarquista y republicana, participó en la batalla del Ebro en 1938. Como muchos republicanos, huye hacia la frontera francesa, en dirección al campo de concentración de Argelès-sur-Mer. Allí los gendarmes les suben a él y a otros más a un tren que atraviesa el sur de Francia hasta Pasajes.

En el puente de Hendaya les espera la Guardia Civil, que les lleva en barco a Ferrol y de allí en tren hasta Betanzos, donde se había habilitado un campo de concentración (sólo funcionó unos meses del año 1939), dentro de una fábrica de curtidos, en la Magdalena, que había cerrado sus puertas hacía casi veinte años. Hoy en día aún se pueden ver las ruinas de la antigua curtidora y su gran chimenea de ladrillo, un vestigio de la importancia que tuvieron en Betanzos las tenerías.

"La vida en el campo era puramente vegetativa. No hacíamos nada, toda la actividad se reducía a comer, jugar y dormir. Fue un compás de espera". Así transcurrió la vida de Vicente Ferrer en el campo de concentración de Betanzos, según él mismo relató. Ferrer mencionó también a un sargento de ojo de cristal de especial crueldad que a la mínima amenazaba con sacar la pistola y disparar.

La antigua curtidora estaba en ruinas y las condiciones higiénicas eran penosas. Los brigantinos sin embargo prestaron todo su apoyo a estos reclusos.

"Los internos descolgaban por las ventanas cuerdas con cestos o con lo que podían donde algunos ponía ropa sucia con sus nombres para que personas de Betanzos se las lavasen y se las devolviesen a los pocos días. También usaban este medio para recoger libros, revistas, bocadillos", cuenta Vicente de la Fuente en el Anuario Brigantino.

El padre de este betanceiro fue uno de los que ayudó a los prisioneros. "Gente de Cataluña pidió a mi padre que ayudase en lo posible a los del campo de concentración, la mayoría catalanes; algunos incluso venían a nuestra casa a ducharse", relata de la Fuente, quien añade que la buena relación con los brigantinos, "favoreció que hubiese encuentros de fútbol entre los prisioneros y los vecinos e incluso hubo algunas bodas de guardianes y presos con mujeres betanceiras".

Vicente de la Fuente conoció a Ferrer en una conferencia sobre voluntariado que pronunció en A Coruña en 1999 y de la que confiesa que salió "transportado a otra galaxia".