Más de 5.000 estudiantes estrenaron ayer el curso universitario en los siete campus de Galicia en una jornada de apertura en la que Bolonia ha sido la auténtica protagonista. Se trata de un inicio de curso "atípico y escalonado" ya que éste será el último año académico en el que convivirán las carreras adaptadas al Espacio Europeo de Educación Superior (EESS) y las titulaciones tradicionales.

Tanto es así que ayer sólo acudió al acto de presentación el alumnado matriculado en los nuevos grados: 24 titulaciones en la Universidade de Vigo, 26 en la de A Coruña y 28 en la de Santiago; un total de 78 carreras integradas en Bolonia (más de la mitad de las ofertadas por el Sistema Universitario de Galicia) con nuevos planes de estudio de cuatro años que derivarán, el próximo año como fecha límite, en la extinción definitiva de las diplomaturas y las licenciaturas. Mientras los estudiantes que se han iniciado en los 73 grados que el SUG estrena este año (además de los 5 que ya se impartieron el año pasado) pululan ya por los pasillos de las facultades gallegas, los estudiantes que han optado por carreras tradicionales se incorporarán a las aulas el próximo día uno de octubre. Hasta llenar los más de 9.500 puestos que ofertan las universidades gallegas para titulaciones con límite de plazas (tanto en grados como en las tradicionales) habrá que subir el último escalón en la primera quincena de octubre, fecha en la que las universidades gallegas podrán colgar el cartel de "completo". Este último eslabón está reservado para los alumnos que se matriculen en tercera convocatoria; es decir, los estudiantes que dejaron selectividad para septiembre o aquellos que han esperado hasta último momento para subir nota y entrar en la titulación deseada. Para este colectivo de última hora, el SUG todavía tiene espacio en 44 titulaciones con numerus clausus, ya que en julio sólo se logró cerrar listas en el 57% de las carreras. Bolonia es una de las palabras más recurridas en el ámbito universitario, no obstante, la mayoría de los alumnos que se estrena en la Educación Superior no es consciente de los cambios que afronta la universidad con la adaptación a Europa.

Cambio de nombres

Los miles de estudiantes que ayer entraron ilusionados, por primera vez, en una facultad muestran un razonamiento práctico: han elegido la titulación que deseaban independientemente del formato (grado, diplomatura o licenciatura). El plan de estudios lo conocerán a medida que profundicen en el modus operandi de la universidad, teniendo en cuenta que carecen de una visión del antiguo modelo para comparar. El peso de Bolonia ha recaído, sin duda, en decanos, vicedecanos y profesores. El mayor trabajo en la adaptación al EEES se ha centrado en la elección de los nuevos nombres de los grados y la elaboración de los planes de estudios, supervisados y aprobados por la agencia nacional Aneca. ¿La sensación en los despachos de las facultades? Mucha burocracia, demasiado papeleo, nuevas aplicaciones informáticas, la redistribución de los profesores y el camino que debe tomar la investigación docente.