El neurofisiólogo y pediatra catalán Eduard Estivill es responsable de la Unidad de Alteraciones de sueño del Instituto Dexeus de Barcelona y autor de Duérmete niño, el libro que ha ayudado a conciliar el sueño a multitud de familias en todo el mundo. Esta tarde, pronunciará en Palexco una conferencia sobre Dormir para vivir y dejar vivir, enmarcada en las actividades organizadas por el Colegio de Farmacéuticos de A Coruña.

-Muchas personas piensan que dormir es una pérdida de tiempo. ¿Cuál es la importancia del sueño?

-Hoy en día sabemos que durante el sueño se producen procesos de reparación y de restauración imprescindibles para estar bien durante el día. El sueño es una fábrica donde reparamos, restauramos y memorizamos todo lo que vamos a necesitar durante el día, de ahí que sea tan importante dormir. Entender este concepto nos lleva a entender también cuántas horas debemos dormir. Un niño, que gasta mucha energía durante el día, necesita que su fábrica -el sueño- dure al menos diez u once horas. Un adulto tiene suficiente con siete u ocho horas, y una persona mayor necesita menos horas de sueño durante la noche y dos o tres siestas de quince minutos a lo largo del día.

-Es común que los más pequeños vean la televisión o jueguen con el ordenador antes de acostarse. ¿Perjudica esto al sueño?

-La estimulación antes de acostarnos es importante en niños y adultos. Dormir mal es un síntoma en medicina, es decir, hay una causa que lo provoca, desde quien toma veinte cafés hasta quien tiene una enfermedad o simplemente trabaja durante la noche. Pero el 80% de las personas que duermen mal es gente normal, con edades entre los 18 y los 60 años, que durante el día acumula estados de tensión y ansiedad. Es por esto que el cerebro, para poder dormirse por la noche, necesita desconectar. Para algunos este proceso de desconexión aparece rápidamente pero, para la mayoría, ir a la cama, apagar la luz y que aparezca el sueño es imposible porque éste llega cuando, poco a poco, la actividad del día se va fundiendo. Las consolas, los ordenadores y la televisión hacen que la gente se active y se retrase la hora de dormir.

-¿Influye la calidad del sueño en el carácter y en la capacidad de concentración de los niños?

-Cuando decimos que el sueño es la fábrica del día, significa que cuando dormimos realizamos procesos de memorización a nivel intelectual. Se producen más neuronas durante el sueño que durante el día, con lo que el coeficiente intelectual depende de cómo se ha dormido de pequeño. Así, está demostrado científicamente que un niño que ha dormido mal entre los seis meses y los cinco años, tiene menor poder de concentración, es más irritable y tiene más problemas de conducta que un niño que ha dormido las horas indicadas para su edad.

-La falta de atención a los niños por parte de los padres suele ser un problema, pero ¿y el exceso de protección?

-Tan malo es el niño desprotegido y carente de afecto como el niño sobreprotegido, que predomina en la sociedad actual. El niño estornuda y ya estamos encima, el niño se cae y también. Hemos de atender a los niños pero no de esta forma. Las normas y los hábitos son necesarios en la educación, el orden es tan sano como imprescindible.

-Cada vez son más las personas que consumen fármacos para conciliar el sueño...

-El grupo que más fármacos consume es el de los adultos que no tienen problemas médicos pero que llega la noche y no logran desconectar. Lo que sucede es que utilizan un fármaco para descansar en lugar de llevar a cabo una serie de normas y hábitos durante el día, como realizar ejercicios de relajación al levantarse y al acostarse o distinguir entre el tipo de comidas que favorecen el descanso, como las verduras y los derivados lácteos, o el estado de alerta, como las proteínas. Además, es imprescindible no hacer nada relacionado con el trabajo durante las dos o tres horas previas a acostarse y, en su lugar, ver una película, escuchar música, leer un libro... cualquier cosa que no tenga que ver con la vida diaria.