Hay quienes quieren alcanzar la fama a cualquier precio y por la vía más rápida, y lo cierto es que imaginación no les falta. El método es siempre el mismo: lanzar una mentira y esperar a ver si cuaja, aunque la farsa siempre termina cayendo por su propio peso. Sin embargo, quienes ansían protagonismo no se amilanan y vuelven a intentarlo. ¡Todo sea por un minuto de gloria! Y de paso, dinero, claro.

El último bulo que ha dado la vuelta al mundo ha sido la supuesta caída de un meteorito en una granja de Letonia, que habría ocasionado un cráter de 20 metros de diámetro y 10 metros de profundidad, un engaño escenificado por personas deseosas de hacer negocio atrayendo a curiosos y turistas al lugar.

La noticia fue desmentida por geólogos letones, que descubrieron claras marcas de palas en los márgenes del cráter y señales visibles de hierbas arrancadas. Además, los expertos constataron que las dimensiones del agujero que dejó el ficticio meteorito tampoco se corresponden con las que suelen dejar habitualmente estos cuerpos celestes al impactar contra la Tierra.

"El terraplén es demasiado pronunciado y su profundidad demasiado grande", aseguró Girts Stinkulis, jefe del departamento de geología de la Facultad de Geografía de la Universidad de Letonia, a la agencia Baltic News Service (BNS) tras examinar el lugar.

A los autores de esta farsa les puede salir caro su afán de protagonismo, ya que la ministra del Interior letona, Linda Murnietse, aseguró a la agencia oficial rusa Itar-Tass que los protagonistas de "la malvada broma" deben ser castigados y tendrán que pagar una importante multa.

Pero mientras se confirmaba si el cráter era o no de verdad, la noticia dio la vuelta al mundo, y ya se hablaba del impacto del cuerpo celeste más grande de la historia del país y se especulaba sobre el nivel de radiación que habría generado en sus inmediaciones.

Las autoridades locales, que en un primer momento no pudieron precisar si se trataba de un meteorito o un fragmento de un satélite artificial, acordonaron el lugar donde cayó el objeto procedente del cielo. El ruso Vladímir Svetsov, científico del Instituto de Dinámica de Geosferas de la Academia de Ciencia de Rusia, explicó ayer que los meteoritos de roca como regla no llegan hasta la superficie de la Tierra, pues se destruyen y se queman en la atmósfera. Destacó que meteoritos de un metro de diámetro chocan con la Tierra con una frecuencia de una vez al año, y que en la mayoría de los casos se trata de cuerpos de roca que rara vez alcanzan la superficie del planeta.

Svetsov precisó que cerca del 10% del total de los meteoritos son de hierro y recordó que hace unos diez años en la república rusa de Baskortostán, junto a la localidad de Sterlimatak, cayó uno cuerpo de ese tipo, que dejó un cráter de diez metros de diámetro.

Este bulo tiene un precedente muy reciente, el caso del niño el globo, Falcon Heene, el pequeño de seis años que el pasado día 16 tuvo en vilo a Estados Unidos porque se le creía a la deriva en un globo de gas. Al final, todo resultó ser un montaje urdido por el padre para promocionar un programa de televisión.

Lo único cierto de esta historia fue que, tras dos horas de búsqueda televisada, el pequeño apareció, sano y salvo, en el garaje de su casa, de donde nunca había salido, y que sus padres se enfrentan ahora a cuatro cargos: conspiración, presentación de falso testimonio a las autoridades, inducción a la delincuencia de un menor e intento de influir sobre el comportamiento de un funcionario público.