Laura Seara asegura que ya no es el torbellino que comenzó en el mundo de la política a los 26 años. Ha madurado y apaciguado su carácter, pero conserva la misma frescura y determinación de entonces. La política ourensana viajó ayer a Madrid para comenzar a dibujar las líneas que tomará bajo su mando el Instituto de la Mujer. Promete dedicarnos un rato para hablar por la mañana, pero las reuniones se alargan. Fiel a su promesa, ya entrada la tarde, llama desde una cabina porque se ha quedado sin batería en el móvil, pero advierte de que sólo tiene dos euros. Se corta a medias la conversación, pero con su particular simpatía, Laura pide a uno de los pasajeros que le preste su teléfono y conseguimos terminar la entrevista. La anécdota da muestra del carácter espontáneo y cercano de Seara que, seguro, le servirá para ganarse la confianza de las mujeres españolas.

La diputada tomará posesión de la dirección de esta institución el próximo 12 de enero. Sustituye en el cargo a Rosa Peris, quien llevaba casi seis años al frente del Instituto.

-Los que la conocen la recuerdan siempre como un torbellino, una mujer hiperactiva, ¿precisa el Instituto de la Mujer una inyección de vitalidad?

-Eso es un mito del que tiene la culpa empezar en la política con 26 años. No he cambiado, sigo siendo muy activa, pero ahora soy más madura en lo político y personal y también más serena. Buscaban a una persona con un perfil político pero pegada a la realidad, que diera un impulso nuevo a la institución, que tiene que adaptarse a los nuevos tiempos. Yo tengo las ideas claras y espero no fallar a nadie.

-¿Cuáles son los objetivos que se marca como prioritarios en su nuevo cargo?

-Afrontamos la presidencia de la Unión Europea, que va a poner en primer plano de la agenda política las políticas de igualdad. Uno de mis principales objetivos va a ser el poner en marcha el Consejo de participación de las mujeres, clave para incorporar a las mujeres en el espacio público.

-El Instituto de la Mujer ya ha cumplido 25 años, ¿ha cambiado mucho su labor desde sus inicios?

-Yo ya pertenezco a una generación en la que las mujeres hemos tenido más suerte que nuestras madres y abuelas y a veces pensamos que ya está todo conseguido. Pero no es así. La igualdad todavía ni es un hecho ni es legal y es indispensable que los jóvenes luchen por ella. El objetivo es que el Instituto sea un gran centro de excelencia y calidad en cuanto a políticas de igualdad. Vamos a dar mucha fuerza a la labor educativa y a promover los valores que refuercen la autonomía de las mujeres. Es esencial reforzar también el área de estudios e informes, ya que el Instituto siempre ha sido un referente para buscar datos sobre la situación de la mujer y quiero que siga siendo un instrumento clave.

-¿Qué valor tiene en estos momentos el movimiento feminista?

-Un valor absoluto; contamos con las leyes, pero el empuje que ha dado el movimiento feminista ha sido clave para ser el país que somos. Me parece muy importante seguir trabajando con las organizaciones de mujeres y que se incorporen cada vez más mujeres jóvenes al movimiento asociativo. Yo creo que se ha avanzado más en los últimos 20 años que en todo el siglo XX a nivel legal. Ahora la lucha por la igualdad tiene otros rostros; antes luchábamos por la incorporación de la mujer al mercado laboral y ahora lo hacemos contra la brecha salarial. Sin embargo, me preocupa mucho que he vuelto a escuchar discursos iguales a los de los años 80, como el posicionamiento con respecto al aborto. Tenemos que hacer mucha pedagogía y explicar muy bien las cosas.

-Cinco años después de aprobada la Ley contra la violencia de género, algunos colectivos masculinos piden ahora que se derogue porque dicen que atenta contra sus derechos.

-Se trata de un movimiento muy minoritario. Nos ha costado muchísimo convertir un problema que antes quedaba encerrado entre las cuatro paredes de los hogares en un problema de Estado como para pensar ni siquiera en esa posibilidad. Todavía hay muchas mujeres que sufren este tipo de maltrato y hay que seguir luchando por ellas.

-La conciliación laboral, ¿es una quimera?

-Por supuesto que es posible y ahí está el marco legislativo que aún hay que desarrollar. Tenemos claro que la Ley de Igualdad, a parte de incorporar mejoras en la igualdad de condiciones debe tener en cuenta aspectos relacionados con la conciliación que, al igual que la maternidad, hay que dejar de pensar que sólo es cosa de las mujeres.-Y a usted, personalmente, ¿cómo le ha afectado a su vida laboral el hecho de ser mujer?

-Muchos hombres se han puesto en guardia y me he encontrado con reacciones inesperadas y agresiones soslayadas.

-¿Cómo quedará ahora su relación con Galicia? ¿Seguiremos viéndola disfrazarse en los carnavales de Xinzo?

-Si la agenda me lo permite por supuesto que estaré allí. Soy una socialista gallega que se viene a Madrid y es todo un honor compartirlo con grandes amigos como Leire Pajín y la ministra. Tengo una inmensa gratitud hacia el partido y, aunque yo también he trabajado mucho por él, estoy completamente agradecida.

-¿Se considera una mujer ambiciosa?

-Todos los políticos lo somos pero ahora he cumplido una de mis metas y sólo pienso en hacerlo lo mejor posible.