Que sólo el PP haya sido la única organización que ha salido en apoyo del nuevo decreto sobre el gallego en la enseñanza no parece preocupar al secretario xeral de Política Lingüística, Anxo Lorenzo, el hombre encargado de diseñar sus líneas maestras. En contra se han pronunciado los dos partidos de la oposición, Galicia Bilingüe, A Mesa, directores de colegios e institutos o la Coordinadora de Equipos de Normalización Lingüística. "Que haya sectores tan divergentes que se posicionan de forma crítica con estas bases me reafirma en que hay una gran parte de la sociedad gallega que apoya el decreto, es esa mayoría silenciosa que vive con cierta naturalidad la cuestión de las lenguas y se preocupa por la calidad de la educación y ven en el decreto una norma que supera la conflictividad de las anteriores", explica.

Lorenzo asegura que el decreto no está cerrado y que lo que hay son una bases sujetas a posibles cambios, pero sobre los que prefiere no opinar hasta escuchar las aportaciones de los sectores implicados en la educación. "¿Qué grado de flexibilidad tendremos? Son bases puestas para intentar un consenso amplio, pero los principios de equilibrio en la horas que corresponden a cada lengua, escuchar las voces de las familias y dejar a los centros margen de maniobra para concretar la planificación, éstas son bases bastante asentadas", asegura.

El que los padres, a través de consultas previas al inicio del curso, opinen sobre qué asignaturas se impartirán en cada idioma no creará, a su juicio, distintos modelos de educación en función de la opinión mayoritaria en cada colegio o instituto. En Infantil, los padres indicarán la lengua materna, mientras que en Primaria y en Secundaria elegirán el idioma de dos asignaturas, mientras que para el resto tan sólo precisarán cuál es su preferencia y serán los centros los que determinen la planificación, de forma que al final a cada lengua -gallego, castellano e inglés-le corresponda un tercio de las materias. "El equilibrio se va a dar en todos los centros con un sustrato común en el reparto de lenguas. Esa será la base del modelo", aclara.

No obstante, Lorenzo sí predice complicaciones para la implantación de un decreto que prevé que entre en vigor el próximo curso. "Las cosas nuevas siempre resultan complicadas y necesitan un tiempo de ajuste para que funcionen sin problemas", comenta.

Uno de ellos es la falta de profesores de habla inglesa para impartir otras asignaturas. Mientras no haya docentes suficientes, este tercio de las asignaturas se darán en gallego y castellano a partes iguales. El secretario xeral considera que harán falta de cuatro a ochos años para dotar a todos los centros de profesores competentes en habla inglesa. "No se puede poner en marcha de un curso para otro porque los recursos humanos son los que hay, pero es el momento de abrir este proceso. Es un objetivo ambicioso, pero realizable", dice.

Antes de aprobarse el decreto, la Xunta quiere discutirlo con un amplio abanico de sectores implicados en la educación y con el gallego, como la Real Academia Galega, el Consello da Cultura Galega, los grupos parlamentarios, los sindicatos y otras entidades.