Ingeniero de sistemas y psicosociólogo, Carlos Silva se define como un convencido defensor del altruismo y de la utilidad final de todo avance tecnológico relacionado con las personas. Más allá del inventor o la fama del mismo, este cosmopolita busca mejorar la calidad de vida de las personas con todo lo que se le pasa por la cabeza, incluso con un software en el que más que números y esquemas en la pantalla de un ordenador, ve una fuerte dosis de esperanza y progreso para los afectados por enfermedades como la tetraplejia, que muchas veces se rinden al ver lejanos e inaccesibles los recursos existentes para paliar su enfermedad.

-Tech-Med Online es el nuevo proyecto de la asociación Didaxis, ¿en qué consiste?

-Desde la asociación -sin ánimo de lucro- se busca apoyar y promover la cultura en todos sus ámbitos, incluyendo la ciencia y el desarrollo tecnológico, pero siempre con fines sociales y buscando el mayor bienestar posible. Este proyecto, que podría denominarse Telemedicina, pretende mejorar la calidad de vida de los dependientes, personas que por su estado necesitan ayuda en su vida diaria. Se trata de ofrecer la posibilidad de acompañar a los enfermos en su propia casa mediante equipos de telemetría -que obtienen datos del estado de la persona- que permiten la comunicación con cada especialista para que pueda interpretar el estado del paciente sin que nadie tenga que desplazarse.

-¿De dónde surge la idea?

-Este proyecto parte de un equipo, del principio de hacer llegar cultura y ayuda a los dependientes y de la experiencia en sistemas digitales e informáticos enriquecida con la psicología social y el afán de un altruismo que mejore la calidad de vida de todos los enfermos. Después de editar un libro de autoayuda -a nivel nacional e internacional-, decidimos transformarlo en algo que llegase a la gente y con el menor coste posible, y lo hicimos con la telemedicina y mediante el desarrollo de un proyecto, ya presentado en Berlín y Pekín, conocido como Brain Computer Interface (BCI).

-Ese proyecto permite visionar el cerebro humano en una pantalla pero, ¿cómo funciona el sistema para obtener ese resultado?

-Digamos que, en este caso, se trata de una imagen completa de la cartografía del cerebro a través de una pantalla. Estamos hablando de la fisioterapia neurológica, y de cómo un especialista puede ver cómo reacciona el cerebro -y qué parte de éste- cuándo se estimula, por ejemplo, el pulgar de un paciente, comprobando así si existen repercusiones neurológicas y si éstas son dañinas. Pero esta es sólo una de sus grandes utilidades.

-¿Qué otras utilidades tiene el BCI?

-En primer lugar, me gustaría destacar el gran trabajo que se puede hacer con personas tetrapléjicas gracias al BCI. Utilizando esta máquina -un casco con electrodos conectado a un equipo con el software necesario- podemos hacer que un tetrapléjico consiga, mediante el pensamiento, dar órdenes a un autómata para que se encienda la luz, la televisión, o incluso escribir un correo electrónico. En definitiva, una tecnología que le permite comunicarse independientemente de sus capacidades físicas. Se mejora la calidad de vida del enfermo y se ayuda a que los especialistas realicen su trabajo en mejores condiciones.

-¿Cuándo estará listo para empezar a utilizarse?

-El cuándo, en este caso, depende del cómo. Ya tenemos personal especializado, software y grandes proyectos, pero falta la financiación necesaria para desarrollarlo y entregarlo a una institución que lo pruebe y lo ponga en marcha con sus pacientes. Una vez tengamos esta capacidad financiera, nos proponemos entregar el prototipo en dos meses, para que al tercero ya esté en funcionamiento, al servicio de los dependientes.

-¿Este sistema es accesible para todo el mundo?

-Estamos haciendo un esfuerzo para intentar que este tipo de avances, de los que normalmente tan sólo se benefician unos pocos, puedan llegar a todos los enfermos, a todos los bolsillos.

-¿Independientemente de la institución o entidad que lo financie?

-Se trata de un presupuesto que puede ser soportado por las instituciones sanitarias, tanto públicas como privadas, y nosotros estamos disponibles para cualquiera de las dos -no buscamos un beneficio, tan sólo un patrocinio-, ya que la finalidad última es el paciente. Si una clínica privada se muestra interesada, suponemos que subirá un poco las cuotas mensuales por utilizar estos sistemas; y si se trata de la sanidad pública, asumiría el coste, pero vería rentabilizada su inversión, seguro.

-¿Y si el proyecto interesa a más de una institución?

-El proyecto no es propiedad de nadie, el mismo software es propiedad de todos, cualquiera en A Coruña puede mostrarse interesado en financiarlo y, por tanto, obtenerlo. Siempre hay una tendencia a personalizar y buscar una rentabilidad económica o política, y no debería ser así. De hecho, si yo mismo pudiese utilizar un pseudónimo para huir de individualizaciones, lo haría.

-¿Por qué en A Coruña?

-Conozco a muchas personas en esta ciudad que se interesan por los demás, y que se preocupan por la cultura, por lo es muy interesante formar un equipo con ellas y realizar un proyecto.

-¿Se marcan límites geo- gráficos?

-No tenemos fronteras. Pero es cierto que si algo como esto lo empiezas en una ciudad como A Coruña, con no muchos habitantes, es mucho más fácil que en Barcelona, por ejemplo. Se trata de que se vea y de que así la gente vaya accediendo a este tipo de sistemas.

-Usted destaca la importancia del trabajo en equipo.

-La verdad es que creo que personalizar las cosas es un error, los proyectos y la propiedad intelectual de éstos pertenecen siempre a un equipo, en el que todos los miembros son igual de importantes, pero nunca más que los ciudadanos a los que se pretende servir.