Reconoce que la religión ha sufrido un deterioro en la sociedad europea pero aconseja seguir el mensaje evangélico para que los hombres "vivan su libertad con dignidad". El ex presidente de la Conferencia Episcopal Española y ahora arzobispo emérito de Zaragoza analiza la actual situación de la Iglesia en España y rechaza rotundamente abrir los púlpitos a las mujeres.

-¿Qué aspectos hay que tener en cuenta para analizar la situación actual de la Iglesia?

- Hay que tener en cuenta que ha habido una evolución en la sociedad española que se inició a mediados del siglo pasado y que ha supuesto mutaciones importantes en el ámbito social, político, económico y cultural. Esos procesos se van profundizando y ahora estamos en una situación diferente donde lo importante es el mensaje cristiano, la luz del Evangelio o la revolución del Concilio Vaticano II, para enfrentarnos a un mundo de escepticismo, de falta de fe, de materialismo práctico. Ver a Jesucristo no sólo como un personaje del pasado, sino como alguien en el presente.

-¿Cree que la Iglesia puede corregir su prohibición de que las mujeres accedan al sacerdocio?

-No creo y tampoco pienso que pueda tener sentido, porque la Iglesia no puede corregir lo que Cristo ha hecho y, por tanto, la Iglesia no tiene potestad para enmendarle la plana tanto a lo que dijo Jesús como a lo que ha enseñado el magisterio del Papa Juan Pablo II.

-El Gobierno socialista ha incluido nuevos supuestos con respecto al aborto y la Iglesia se ha quejado. ¿No cree que la Iglesia está retrasada con respecto a las necesidades reales de la sociedad?

-O la sociedad retrasada con respecto a la dignidad humana. A medida que la ciencia avanza, ésta pone de manifiesto, cada vez con más datos, argumentos sobre la realidad de los comienzos de la vida del ser humano. Eliminar voluntariamente este proceso es acabar con una vida humana, y una sociedad que quiere desconocer esto es una sociedad que abandona aspectos éticos fundamentales. La Iglesia hace una crítica a esa sociedad y a lo que ella representa, a aquellos que quieran justificar una eliminación voluntaria de una vida humana.

-¿Qué le parece el nuevo obispo del País Vasco, José IgnacioMunilla, al que se le acusa de excesivamente conservador?

-Yo no hago esas calificaciones. Para conocer a las personas hay que conocer bien sus planteamientos y el porqué de su actuación, y no soy quién para juzgar ni a él ni a ningún obispo.

-¿Qué apreciación se tiene desde la Iglesia sobre la sociedad? ¿Es cada vez más reticente o cada vez más fiel a la religión?

-La sociedad actual tiene una serie de rasgos distintivos propios de cada época. Hay un sentimiento común de que hay un deterioro sobre religión en la sociedad europea.

-¿Va a haber algún medio para ponerle solución a esto?

-Proclamar la dignidad de la persona humana, señalar que no hay ninguna ideología, ni filosofía, que exalte tanto la dignidad del ser humano como el mensaje evangélico. En la medida en que el hombre vive los mensajes del Evangelio, el ser humano vive su libertad con dignidad.