La segunda edición del festival Eros Galicia vivió ayer su jornada inaugural, en la que el público pudo disfrutar en carne y hueso de sus artistas preferidos y de numerosos puestos y propuestas lúdicas. El pistoletazo de salida al evento lo dio el concejal de Fiestas, Carlos González-Garcés, quien, en compañía de la actriz Sophie Evans, invitada de honor de este año, y del director Juli Simón, se mostró confiado en que el festival erótico revalide el éxito de la pasada edición. El munícipe pronunció una desenfadada elocución sobre el erotismo y la pornografía antes de cortar la cinta inaugural, tras lo cual brindó con champán con la diva húngara y el director del evento.

Lo primero que se encontró Garcés al penetrar en el recinto fue uno de los grandes alicientes de Eros Galicia: los espectáculos en directo. El concejal contempló impertérrito cómo, sobre un escenario, una mujer vestida de cuero azotaba a un individuo desnudo, que permanecía atado a un poste. Durante el resto de la jornada desfilaron por los diferentes tablados dispuestos en Expocoruña las principales estrellas del entretenimiento para adultos anunciadas en el programa, que además se pasearon durante toda la tarde por el recinto, a disposición de sus seguidores. La brasileña Dunia Montenegro se mostró encantada con este tipo de eventos: "Para mí es muy importante venir a los festivales y hablar con la gente, verles la cara, darles dos besos... Ver el cariño del público es lo que hace que merezca la pena esta profesión", afirmó la artista. En similares términos se expresó la española Anastasia Mayo, quien ya deleitó a sus incondicionales en la primera edición de Eros Galicia: "Me encanta repetir aquí. El listón está muy alto del año pasado —afirmó la explosiva joven—, pero no hay problema. El público es fenomenal, sin él no seríamos nada".

Y público había, abundante y heterogéneo, pululando por los diferentes puestos y escenarios: desde grupos mixtos de jóvenes de poco más de 20 años, venidos de lugares como Ferrol o Lugo específicamente para vivir el festival, a pandillas de señores de mediana edad que se paseaban con semblante rijoso ante todos los estímulos que se presentaban ante sus ojos.