-¿Quién impulsó la organización del congreso?

-No me gusta hablar de mí, pero yo. Se hizo un congreso en 2007 con el grupo más importante del mundo en trasplantes. La gente que vino vio que se hicieron bien las cosas. Ese encuentro tuvo repercusión por todo el mundo. Después, empecé a trabajar con ellos.

-¿Partió, entonces, del simposio de 2007?

-Entre las grandes figuras hay vasos comunicantes y los especializados en trasplantes también están interesados en otros campos, como en la enfermedad crónica renal. La diabetes, en Latinoamérica, es como una epidemia. Son enfermedades crónicas que exigen mucho cuidado y que son causa de estudio a nivel mundial. Desde los grupos europeo y americano me propusieron que lo organizara yo aquí porque había funcionado bien en 2007.

-En el congreso estará gente de 40 países de todo el mundo.

-Estará lo mejorcito del mundo. Hay un incremento en las enfermedades renales crónicas, sobre todo por diabetes e hipertensión. El riñón se afecta y entra en mala función crónica, y la única curación es el trasplante. También influye en el aumento de enfermedades renales crónicas el envejecimiento de la población. En países tan avanzados como Estados Unidos se concede mucha importancia al estudio de las enfermedades renales crónicas. Ahí entramos los patólogos, los que diagnosticamos en base a biopsias qué tipo de enfermedad crónica es. Yo soy patólogo general, pero la evolución de la ciencia obliga a escoger campos; yo soy el coordinador nacional de Nefropatología y, a base de eso, abrí puertas, entre otros, a la Sociedad Americana de Nefrología.

-¿Qué temas se tratarán en la convención?

-El programa es muy extenso. Desde enfermedades propias del riñón hasta enfermedades sistémicas que afectan a más partes del organismo con repercusión en el riñón. El último día, nos centraremos en el trasplante renal y en las nuevas técnicas de diagnóstico y, sobre todo, pronóstico. La biopsia renal, en principio, era para el diagnóstico, pero últimamente se ha comprobado que sirve también para ver el pronóstico en base a lo que vemos los patólogos: cuánto tiempo le queda a ese riñón antes del fracaso irreversible. Se tratarán los mecanismos objetivos que tenemos los patólogos para el diagnóstico y el pronóstico.

-¿Usted también es ponente? ¿En qué centrará su conferencia?

-Sí, soy ponente y moderador. En mi ponencia, hablaré del virus de la hepatitis C, que afecta mucho y repercute de manera importante en el riñón, incluso después del trasplante, facilitando la cronicidad. El paciente sufre de inmunodepresión por los medicamentos para evitar el rechazo del órgano y, así, se favorece que la hepatitis C reinfecte el riñón.

-¿Cuáles son los avances más recientes en el tratamiento de enfermedades renales?

-El riñón es un órgano muy complicado. Aún no se conocen todas sus funciones. De hecho, quizá es, junto con el cerebro, el órgano más complicado, porque tiene muchas funciones que repercuten en todo: hipertensión, arterias, corazón? Una infección renal, por ejemplo, produce pérdida de proteínas, lo que afecta a los lípidos en la sangre. Repercute en casi todos los órganos. Los últimos avances se centran en ver qué marcadores tenemos los médicos para indicar la progresión de la enfermedad e impedir la evolución crónica. Impedir o, al menos, retrasar todo lo posible el fracaso del órgano completo, porque la única solución es el trasplante, y no hay donantes. Y también se estudia por qué se da cada enfermedad y por qué en algunos casos provocan en unos pacientes unas lesiones distintas a las que provocan en otros.

-¿Los órganos bioartificiales serían la respuesta a las listas de espera para recibir un riñón?

-Se está trabajando mucho en células madre, en encontrar una célula que sea capaz de bloquear los problemas de los trasplantes, que pueda, de alguna manera, por así decirlo, curar o cicatrizar lesiones crónicas. Se intenta descubrir qué elementos de las células madre pueden ser importantes para impedir que la evolución de las enfermedades crónicas. Sería la clave, el mayor éxito. Es un punto muy importante, no solo para el trasplante, sino también para el cáncer.

-¿El número de afectados por enfermedades renales ha aumentado en los últimos años?

-En la actualidad, un 11% de la población española padece enfermedades renales crónicas, y el porcentaje ha ido in crescendo porque el órgano envejece también, como la piel. Antes, la gente se moría a los 60 años; ahora, a los 90. El riñón también tiene una evolución que hace al hombre de mayor edad más susceptible a que no funcione bien, como un músculo o con el corazón.

-¿Cuáles son las enfermedades renales más comunes en Galicia?

-Las enfermedades con depósitos de IcA, una proteína que se deposita en los glomérulos renales y es la principal causa de enfermedad crónica renal. Se diagnostica por biopsia y se hace inmunofluorescencia, un método sofisticado, y se utiliza el microscopio electrónico para detectarla. Otra de las principales causas es la diabetes, que afecta mucho al riñón porque afecta a los vasos. También el lupus, una enfermedad sistémica. El LES (lupus eritematoso sistémico) afecta mucho. Son enfermedades que se están viendo con mucha frecuencia, aparte de otras cosas, como la toma de muchos antiinflamatorios, que es motivo de ingreso con frecuencia.

-¿La gente trata mal al riñón?

-Por eso los órganos vitales son dobles, salvo el corazón. Al riñón no le gusta que se coma mucho, no le gusta la obesidad, no le gustan los azúcares, ni que haya hipertensión, ni la arterioesclerosis... son enemigos públicos del riñón. Una dieta buena es fundamental. La obesidad es un peligro. El riñón es un sistema arterial y venoso terriblemente complejo. Todo lo que repercute en el sistema vascular repercute también en el riñón.