Permanece activo las 24 horas del día, nunca duerme y es el responsable de que el hombre cargue las pilas durante la noche para iniciar bien el día. El cerebro humano trabaja sin descanso mientras el hombre duerme -actividad a la que dedica un tercio de su vida- y es el encargado de generar los sueños, piezas clave para disfrutar de una buena salud. "Los sueños son necesarios porque sirven para recuperar tejidos cerebrales. Cuando estamos dormidos, el cerebro se encarga de desfragmentar la información diaria y eliminar aquello que no sea necesario para volver a empezar por la mañana. Se puede comparar con el proceso de resetear un ordenador", señala el psiquiatra y miembro de la Unidad de Sueño del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), Juan Carlos Díaz del Valle. Pero la capacidad de soñar no es propia de todos los animales. "Sólo aparece en las especies de sangre caliente. Los reptiles, por ejemplo, llegan a una relajación total mientras duermen", sostiene.

Cualquier persona pasa por dos fases durante el periodo en el que está dormido: la no Mor -en la que el cerebro está más tranquilo, retardado- y la Mor, en la que se mueven los ojos y el cerebro registra una actividad muy importante ya que genera los sueños. Los especialistas lo tienen claro: la misión del cerebro durante el sueño es fundamental. Investigadores de la Universidad de Duke (Estados Unidos) han comprobado que las neuronas son quienes, de noche, se encargan de archivar y procesar en la memoria lo que el ser humano aprende de día. Además, otro estudio de la Universidad de Lübcek (Alemania) asegura que el cerebro analiza los problemas cotidianos en el sueño e incluso puede concluir soluciones para ellos durante esta fase.

El ser humano sueña todas las noches aunque no siempre es consciente de ello. "Sólo recordamos los sueños cuando nos despertamos en la fase Mor, en la que el cerebro está en plena actividad", señala Del Valle, quien afirma que el contenido del sueño puede olvidarse ya que "no se acumula en los mismos circuitos" que otra información "aunque si lo escribimos sí nos acordaremos". "Es como cuando recordamos algo que nos pasó de pequeños, pero sólo porque nos lo han contado muchas veces", sostiene.

Interpretación

El significado que tienen los sueños de cada persona es uno de los misterios todavía sin resolver. Para los griegos, los sueños eran un mensaje de los dioses, los indios creían que con ellos se podía predecir el futuro y para Freud -padre del psicoanálisis- no eran más que el fruto del subconsciente de cada individuo. Pese a que científicamente poco se sabe de la interpretación de los sueños, los médicos tienen claro que guardan relación con las vivencias o los miedos de cada persona. "Evidentemente todo lo que soñamos viene influenciado por lo que vivimos cada día o nuestros temores. A veces son literales -alguien que teme perder su trabajo sueña que lo echan- y otras no. Esa misma persona puede soñar que se ahoga en el mar y no puede hacer nada, lo que sería una referencia a su miedo a quedarse en el paro", sostiene el psiquiatra coruñés Díaz del Valle, quien asegura que en el caso de las pesadillas o sueños desagradables el origen puede ser otro. "Cenar de forma copiosa o consumir alcohol y acostarnos directamente, el estrés, padecer alguna enfermedad grave e incluso algunos fármacos propician que se padezcan pesadillas", sostiene.

La forma de soñar cambia con los años. "Los niños sueñan mucho más que los adultos, algo que también viene dado porque duermen más", señala el doctor Del Valle, quien asegura: "Está comprobado que un joven sueña más que una persona de 80 años". Los cambios en función de la edad surgen hasta a la hora de enfrentarse a sueños desagradables. Por ello, hay que diferenciar entre las pesadillas y los terrores nocturnos. "Las pesadillas son sueños y se producen en la fase Mor, por tanto podemos recordarlas, mientras que los niños con terrores nocturnos se despiertan sobresaltados, sudando pero no saben porqué", sostiene este psiquiatra, quien asegura que otras anomalías como hablar en sueños o levantarse se engloban ya dentro de "los trastornos del sueño".

Los médicos lo tienen claro: mientras el cuerpo descansa, el cerebro es de los pocos que siempre está en guardia.