Su currículo es más completo, la gran mayoría doctoradas, y su capacidad de trabajo "indiscutible" pero quedan relegadas a puestos de menor categoría y su salario es inferior al de sus compañeros masculinos de laboratorio por el simple hecho de ser mujer. Un estudio elaborado por la Secretaría Xeral de Igualdade de la Xunta alerta de la discriminación laboral en el ámbito científico en Galicia: los hombres, con menos formación, ocupan puestos más relevantes, perciben los mejores salarios y obtienen mayor reconocimiento social.

En pleno siglo XXI la desigualdad entre hombres y mujeres, superada en la mayor parte de los sectores productivos, sigue presente en el campo de la investigación. Es la principal conclusión del informe Situación das mulleres no Sistema Ciencia-Tecnoloxía-Empresa de Galicia tras recopilar información de 164 grupos de investigación y equipos de I+D+i de la comunidad, con más de 600 entrevistas personales a investigadores e investigadoras.

El 25,9% de los hombres que se dedican a esta actividad en Galicia cobran más de 2.500 euros mensuales, frente al 15,5% de las mujeres que alcanzan esta retribución. En una franja inferior de sueldos, la nómina del 11% de las investigadoras no llega a los 900 euros, mientras que, en el ámbito masculino, sólo el 5% percibe esta cantidad. Este desequilibrio tiene en cuenta el género pero no la formación. Es que, porcentualmente, el nivel de estudios que acreditan las científicas supera al de sus compañeros. El estatus formativo más frecuente entre las mujeres investigadoras y tecnólogas es el doctorado, titulación que acredita el 32,6% de las encuestadas, mientras que el 33,1% de los varones científicos, el grupo mayoritario, se queda en la licenciatura.

La diferencia también es notable si se mide la estabilidad laboral en el gremio: aunque ellas poseen mayor formación, el 75,3% de los investigadores ocupan puestos "estables", con contratos a largo plazo, mientras que esta posición sólo la logra el 56,4% de las mujeres.

El informe advierte de "la discriminación jerárquica o vertical" por la cual las mujeres "capaces y brillantes" se mantienen en niveles bajos del escalafón, como si los mejores puestos, en la cúpula de la ciencia, todavía no fuesen pensados para ellas. O ellas para dichos puestos. La evolución de sus carreras se vincula, en la mayoría de los casos, a la maternidad. Hasta los 35 años, la presencia de mujeres en los laboratorios es superior a la media. A partir de esta edad, la presencia disminuye paulatinamente, según resalta el informe.

La entrega al trabajo y la demora en conseguir un contrato estable, según explican desde el propio sector, ralentizan y, en ocasiones, anulan la faceta de madre entre las investigadoras. Tal y como recoge el informe, el 71,1% de las investigadoras encuestadas en Galicia no tiene descendencia. No obstante, la media de hijos en el caso de los hombres tampoco es elevada: un 0,68% para ellos frente a un 0,47% para ellas, es decir, ni científicos ni científicas llegan a tener, como media, un descendiente. Es más, un 29,1% de las mujeres, el doble que el porcentaje de hombres, afirma haberse visto condicionada en su trayectoria profesional por motivos familiares. ¿La causa más frecuente? La maternidad, que afecta al desarrollo profesional del 19,8% de las científicas frente a un 7,3% de los varones que ve amenazada su carrera por ser incompatible con la paternidad.