El etíope Asfaw Yemiru será uno de los premiados en la cuarta edición de la Gala Solidaria que la fundación Tierra de Hombres Galicia organiza cada dos años y que se celebrará hoy a las 20.00 horas en el auditorio de la Obra Social de Novacaixagalicia. El actor Lino Braxe se encargará de presentar el evento, que contará además con la actuación de Susana Seivane.

El delegado de la organización en Galicia, Raúl Besada, explicó que con este galardón se reconoce la dedicación de aquellas personas que trabajan con la infancia de los países más desfavorecidos, para que opten a un futuro mejor.

Yemiru fue un niño de la calle en la capital de Etiopía y, hace cincuenta años, comenzó su proyecto de crear escuelas de acogida a los pequeños etíopes más pobres, porque considera que la educación es el único camino para seguir adelante. A los catorce años abrió su primer centro y, en medio siglo de trabajo, ha conseguido que la Asra Hawariat School haya servido para cambiar la vida de miles de niños etíopes en situación de pobreza.

El suizo Christian Casparis, que trabaja como profesor voluntario en la escuela de Asfaw desde 1974, explica que el principio del colegio es "la gratuidad de los uniformes, los libros y todo el material escolar". El docente también indica que el proceso de selección de los alumnos es muy estricto y sólo se admite a "los más pobres" y a "los que tienen más dificultades para poder estudiar".

"La escuela empezó bajo la sombra de un árbol y ahora tiene techo", recordó el propio Yemiru. Él abandonó las calles gracias a una mujer a quien conoció mientras hacía y acompañó a su casa, tras lo cual ella le ofreció trabajo. Entonces, Yemiru comenzó a estudiar y, en octavo curso, logró una beca para Secundaria. Y se dio cuenta de lo mucho que había progresado mientras sus compañeros seguían en la calle pasando hambre. "Cuando estudiaba me sentía mal porque me lo daban todo gratis, era una situación muy extraña y sentía que tenía que hacer algo por los demás", asegura.

Su primera idea fue repartir unas tarjetas entre los niños más pobres para que pudiesen entrar al colegio en el que estudiaba y comer las sobras que quedaban. Pero los niños no sólo querían comida, sino también educación.

Con catorce años tuvo la oportunidad de encontrarse con el emperador Haile Selassie y consiguió que le cediese trescientos metros cuadrados de terreno detrás de la iglesia de la zona, donde se construyeron las primeras diez aulas para alumnos de Primaria. "No puedo decir que sea sólo un trabajo mío porque tengo muchos colaboradores", aclara Asfaw. De hecho, el primer centro fue construido por los propios niños con la madera de los árboles y ladrillos rotos que recogieron en una fábrica cercana.

La iniciativa creció muy rápido y en diez años ya había unos 2.500 alumnos repartidos entre sesenta aulas y se habían aumentado los cursos hasta Secundaria. A pesar de que la escuela era una de las que mejores resultados obtenía de todo el país, esta formación no les servía para conseguir un puesto de trabajo y muchos incluso olvidaban lo aprendido.

Para paliar esta situación, en 1972 se fundó el centro de formación Moya, que en amhárico, el idioma de Etiopía, significa "trabajar juntos". Asfaw Yemiru afirmó que este proyecto es toda su vida. "Llevo cincuenta años luchando y no sabría hacerlo de otra forma porque mi filosofía se reduce a una palabra: educación", aseguró Asfaw quien añade que aún quedan muchos sueños por cumplir.

Los fondos recaudados también se destinan a programas como las ayudas a las familias de acogida que cuidan a niños huérfanos o los microcréditos a adultos para montar sus negocios. En cuanto a la financiación, Asfaw reconoce que algunas organizaciones humanitarias "mayores" solo se interesan "por el dinero y no por las personas". "Lo único que puede cambiar las cosas es la concienciación", sentencia.