Desplazarse a la oficina a pie o en transporte urbano, utilizar papel reciclado, encender la calefacción sólo cuando sea estrictamente necesario o apagar el ordenador al término de la jornada laboral son pequeños gestos que pueden parecer insignificantes pero que también pueden contribuir a luchar contra el cambio climático, uno de los grandes desafíos del siglo XXI. Pese a que los europeos -y también los gallegos- se muestran cada vez más preocupados por esta cuestión, todavía son pocos los que se han propuesto cambiar sus rutinas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Para tratar de aclarar esta contradicción nace Locaw -Low Carbon At Work-, un proyecto coordinado por la Universidade da Coruña (UDC), que agrupa a siete centros de investigación de la Unión Europea (UE) y a seis organizaciones públicas y privadas, y cuya finalidad es crear un modelo integral que permita reducir las emisiones de carbono en el lugar de trabajo.

La iniciativa ha sido financiada con un millón y medio de euros con cargo al séptimo programa marco de I+D de la UE y será coordinada por el profesor de Psicología Social y Ambiental de la UDC Ricardo García Mira. "Hemos logrado hacernos con unos de los tres proyectos que la Comisión Europea concedió, este año, en el área de Medio Ambiente", destaca García Mira, orgulloso de que, por primera vez en toda su historia, la universidad coruñesa lidere un proyecto europeo. "Actualmente, participa en cuatro, pero nunca ha dirigido uno. En cambio, la de Santiago coordina nueve de los treinta en los que interviene, y la de Vigo, tres de un total de once", señala el profesor coruñés.

El trabajo se centrará en analizar, durante tres años, las prácticas cotidianas en el lugar de trabajo de los ciudadanos con el objetivo de detectar tendencias y crear un modelo que permita combatir el cambio climático. "El enfoque novedoso que aporta esta iniciativa es el de analizar el comportamiento de los trabajadores en organizaciones y empresas en lo que respecta a la emisión de gases y el respeto al medio ambiente", explica el profesor de Educación Ambiental y Desarrollo Sostenible de la UDC y revisor del programa GEO4 de Naciones Unidas, Pedro Vega Marcote, que también participa en el proyecto. Uno de esos seis grandes centros será la propia Universidade da Coruña. Los otros son las multinacionales British Petroleum (Gran Bretaña), Volvo (Suecia) y Solaris (Italia), la empresa pública rumana Aquatim y el Ayuntamiento de Groningem, en Holanda.

En cada uno de ellos, los investigadores del proyecto Locaw -pertenecientes a la UDC y a las universidades de Umea (Suecia), Oeste de Timosoara (Rumanía), Surrey (Reino Unido), Groningen (Holanda), Sapienza (Italia), y al Macaulay Land Use Research Institute (Reino Unido)-, analizarán conductas relacionadas con el consumo de energía, la generación de residuos sólidos y el uso del transporte.

"La idea -aclara Ricardo García Mira-, es que el modelo final que articule este grupo de trabajo pueda incorporarse como parte de la gestión a las empresas para que cada trabajador y el conjunto se impliquen en la reducción de las emisiones de carbono", concluye el profesor coruñés.

La Comisión Europea (CE) anunció ayer que necesitará 1.900 millones de euros más para desarrollar por completo el sistema europeo de navegación por satélite Galileo y lograr que sea una alternativa creíble al GPS estadounidense

"Se lograrán hasta 90.000 millones de ahorro gracias a los servicios que ofrece Galileo", aseguró el comisario europeo de Industria, Antonio Tajani, quien advirtió de que cada año de retraso en el desarrollo supondrá una reducción de esa cantidad de entre el 10% y el 15%.

El sistema Galileo dispone de un presupuesto de 3.400 millones de euros para el periodo 2007-2013, al que se sumarían estos 1.900 millones adicionales para 2014-2020, si la propuesta de la Comisión sale adelante.

Se necesitarán, además, unos 800 millones de euros anuales para el mantenimiento de Galileo y de su precursor, el Servicio de Navegación Geoestacionaria Europea (Egnos), dedicado a mejorar la señal del GPS. Este último no necesita fondos adicionales para su desarrollo porque ya está operativo desde octubre de 2009.

Estos nuevos cálculos fueron presentados por el Ejecutivo de la UE en Estrasburgo (Francia), donde se celebra esta semana la reunión plenaria del Parlamento Europeo.

Los costes de Galileo han superado los cálculos iniciales, pero Bruselas asegura que está satisfecha con el desarrollo.