"El anonimato es el mejor regalo que me ha hecho mi padre. Llamarse González ayuda. Supongo que si te apellidas Aznar es más complicado pasar inadvertido". María González, quien recientemente hacía estas declaraciones en la revista Vanity Fair, es la hija menor de Felipe González y vivió con su familia más de 13 años en la Moncloa. Cuando llegó al palacio tenía 4 ó 5 años. Hoy, licenciada en Derecho y madre de tres niños, trabaja con su padre.

La aparición de los hijos de los presidentes junto a sus padres es algo habitual. En Estados Unidos, en las fotos oficiales suele aparecer la familia presidencial al completo, como es el caso de los Obama, los Bush o los Clinton. También los hijos de Berlusconi o Sarkozy están acostumbrados a los flashes. En Reino Unido, Tony Blair y Gordon Brown han posado junto a sus hijos. España es más reacia y crítica en este sentido.

Los más conocidos han sido los hijos de José María Aznar. Han sido fotografiados con normalidad, no conceden entrevistas ni hacen declaraciones pero no evitan las cámaras. Los presidentes socialistas, Felipe González y Zapatero, son los que más han tratado de proteger la intimidad de su familia. Aunque nadie ha olvidado el "desliz" de la fotografía en la Casa Blanca de las hijas de ZP que tanto dio que hablar.

Los hijos de Adolfo Suárez fueron los primeros. Tal era la novedad que, seguramente con la idea de dar una imagen normalizada de la joven democracia, posaron en su hogar de la Moncloa para las revistas. La familia de Adolfo Suárez ha sido conocida por distintas razones: la enfermedad y fallecimiento de su esposa Amparo Illana y su hija Mariam, la boda -y posterior divorcio- de Sonsoles con Pocholo Martínez Bordiu y el paso por la política del primogénito, Adolfo, que fue candidato del PP de Castilla-La Mancha.

Con Leopoldo Calvo-Sotelo, la casa se llenó de niños, ya que tenía ocho hijos, siete chicos y una chica. Varios de ellos tuvieron incursiones en política y uno llegó a ser alcalde de Castropol (Asturias). Pero probablemente los hijos menos conocidos y de los que menos imágenes se puedan encontrar, tanto en la infancia como en la madurez, son los González Romero. Y ello a pesar de que Pablo y David eran dos preadolescentes rebeldes. "Encajaron mal estas circunstancias -las de sus condiciones especiales de vida- y la rebeldía lógica de esta etapa se agudizó especialmente", recuerda López de Celis. "Lucían -añade- larguísimas melenas y atuendos extravagantes y sus comportamientos provocadores y políticamente incorrectos eran la pesadilla de sus progenitores". Malas notas, botellones...

Hoy, Pablo González, el mayor, ronda los 40, es informático y experto en filosofía oriental. Está separado y tiene dos hijas. David es pintor y vive en una localidad gaditana, separado y con un hijo.

El caso de los Aznar es diferente. Sobre todo por la sonada boda de su hija Ana con Alejandro Agag. Fue en 2002, con asistencia de más de mil invitados, desde los Reyes, Tony Blair o Silvio Berlusconi hasta Julio Iglesias o Mario Vargas Llosa. Ana, que tenía quince años cuando su padre llegó a la presidencia, vive en Londres en una mansión y ya tiene tres hijos. José María, que tenía 17 entonces, estudió CUNEF y se marchó a Nueva York para regresar después a Madrid. Alonso trabaja en el Banco de Santander.

José Luis Rodríguez Zapatero y Sonsoles Espinosa tienen dos hijas, Laura (1993) y Alba (1995), como todo el mundo sabe tras la divulgación de la famosa foto en la que aparecían con una estética supuestamente gótica. Zapatero siempre se había mostrado extremadamente celoso de la intimidad de sus hijas. Hay quien opina que, si el presidente no se presenta a la reelección, en la decisión habrán pesado especialmente ellas.

Las dificultades de una adolescencia distinta

"Hay que tener en cuenta que los hijos de los presidentes del Gobierno sufren una auténtica transformación en sus vidas mientras sus padres ocupan el cargo. Han de someterse a unas estrictas normas de seguridad que coartan su libertad e interfieren de lleno en su vida social. Mientras son pequeños, la situación no es traumática porque, en cualquier caso, los niños de corta edad lo que realmente quieren es estar con sus padres y eso es algo que se mantiene, independientemente del domicilio y el puesto de trabajo de sus progenitores. El tema se complica cuando los muchachos llegan a la adolescencia", escribe Mª Angeles López de Celis -que ha formado parte del equipo de secretaría de los cinco presidentes del Gobierno de España- en Los presidentes en zapatillas".