¿Qué se le puede pedir a la vida?. Pasa la página y reinvéntate es el último libro de Javier Urra (Estella, Navarra, 1957), ex Defensor del Menor de Madrid y profesor de Psicología en la Escuela Universitaria de Enfermería de la Complutense. El autor, experto en los temas vinculados a los más jóvenes, presentó en Santiago una obra que, no obstante, va dirigida a todos los públicos y tiene el objetivo de conminar a aprovechar la vida.

-¿Qué se le puede pedir a la vida en tiempos de crisis?

-Que se supere la crisis y mantener lo que tenemos, porque valoramos mucho lo que no tenemos y a veces no valoramos lo que tenemos. Y creatividad, porque en situaciones como esta es más interesante la imaginación que el conocimiento.

-En su libro recuerda la necesidad de un estatuto para proteger al embrión. ¿Por qué?

-Cuando era Defensor del Menor tenía que defender a la persona, jurídicamente los ya nacidos, pero hice un estudio con niños con síndrome de feto adicto por madre drogodependiente y alcohólica. El feto tiene derechos inherentes a la dignidad. Hay que plantearse si debería haber vientres de alquiler o que una madre de 65 años tenga un hijo, incluso biológico, que tendrá 15 cuando ella tenga 85. ¿Crecerán con normalidad? La idea es que no todo lo que se puede hacer se debe hacer.

-Estamos viviendo una escalada de violencia de género. Usted enfatiza la necesidad de un cambio en el hombre.

-El hombre está falto de una revolución, algo que la mujer ya hizo. Está desnortado y en una sociedad en la que la ruptura es común hay que educarse para cuando las cosas vayan mal en una pareja se pegue el portazo, pero sin violencia y sin usar a los hijos como armas. Al hombre hay que inculcarle que cuando la mujer dice no, dice no, algo que no ha interiorizado. Abogo por feminizar la sociedad en el sentido de educar en empatía, en sensibilidad. Si no, mi pronóstico sobre la violencia de género es muy negativo.

-¿Deben preocuparnos los cada vez más numerosos casos de menores agresores?

-Sí, aunque la sociedad cree superado el 'me pega porque me quiere', no lo está. Ha rebrotado un tipo de chica que le gusta que su pareja sea muy macho con todos los tópicos negativos que eso conlleva. Hay que abordar desde el nacimiento del niño la compasión, el perdón. Porque, aunque la gente cree que cuando alguien comete un delito está loco, no lo está, sino que ha estado rumiando el rencor años. Eso se puede variar no solo como pide la sociedad, endureciendo las leyes -que es una decisión económica y política importante porque tenemos 83.000 presos en la cárcel y es carísima-, sino educando. Porque si no educas, podrás castigar, pero no evitarás el primer delito.

-El Valedor está preocupado por la adicción de los menores a las nuevas tecnologías. Siendo un colectivo vulnerable, ¿habría que legislar más?

-A los chicos hay que explicarles que la Red tiene algunos riesgos y que detrás del chico de 13 años encantador puede estar un pederasta de 52, pero son casos excepcionales. Yo planteé, aunque creo que el legislador no lo va a llevar a efecto, que la policía pueda hacerse pasar por niño para que caiga el pederasta. Los padres tienen que estar ahí, alfabetizarse tecnológicamente y ganar la confianza de los hijos para que les cuenten si sufren acoso. Ahora no ocurre. El 80% de los chicos no le cuenta los problemas a sus padres.

-Defiende el derecho a una muerte digna. ¿En qué sentido?

-No elegimos cuando nacer, pero deberíamos poder elegir cuándo morir dignamente si la vida se agota. A los médicos hay que formarles para que sepan que han de luchar por la vida, pero también por que la gente se pueda despedir. Hablo, no de la eutanasia, sino de la gente que se está muriendo, pero aguanta porque no la dejan morir. Hay que tener criterios sólidos para no caer en situaciones de riesgo pero, creo que el derecho a una muerte digna es esencial en el ser humano. Hay casos, se vio en Galicia, donde hay un ensañamiento médico por mantener una vida que ya no es tal.