"Soy bastante cortado con respecto al sexo. Cuando quiero ligar con una chica, me pongo nervioso y no sé qué decir. En casa veo películas pornográficas y me meto en páginas de internet, pero cuando tengo delante a una mujer lo estropeo todo porque me da la impresión de que la estoy agobiando. Me gustaría disfrutar del sexo como cualquier persona, pero para mí es un mundo al que no sé cómo llegar. A mis 38 años, continúo siendo virgen" ; "Realmente siento vergüenza de decir que tengo 39 años y soy virgen. Es raro, porque me llevo muy bien con los hombres, pero como amigos. No me considero desagradable, soy una mujer normal, pero nunca se dio la situación" ; "Tengo 43 años y aún no he podido hacer el amor, y recurrir a prostitutas me parece un poco triste. A mí me gustaría que mi primera vez fuese por amor. Sí, lo sé, soy un romántico...."; "En 42 años he tenido cuatro novias, pero me duraron tan poco que no llegamos a consumar por diferentes motivos. Para empezar tengo problemas con mi pene, ya que es muy pequeño, apenas mide seis centímetros en erección. En todo este tiempo sólo he podido practicar sexo oral, y la verdad es que ya no puedo más...".

Estos cuatro testimonios, extraídos de un foro de internet, reflejan el sentimiento de angustia y la inseguridad que pueden llegar a generar el hecho de no haber mantenido nunca relaciones sexuales. Y es que, en una sociedad donde la media de edad para iniciarse en el sexo ronda los 17 años, llegar virgen a los 35, 40 e, incluso, a los 50 años o más puede derivar en toda una obsesión. Lejos de calificar a estas personas como "bichos raros", sexólogos gallegos sostienen que esa situación es "más común de lo que la gente cree" y aseguran que hay quienes incluso se inventan experiencias sexuales "ante la vergüenza que les provoca el reconocer que aún no se han estrenado".

"Un hombre o una mujer de cierta edad que nunca ha mantenido relaciones sexuales plenas acude a la consulta de un especialista cuando esa circunstancia le genera un malestar o un problema de tipo social" subraya la sexóloga Olga Hodgson, del gabinete coruñés Hodgson & Burque, quien puntualiza que "hay personas asexuales que no tienen sexo y tampoco quieren". Esta experta asegura que, para ayudar a los pacientes que sí desean disfrutar de una vida sexual plena pero que aún no se han atrevido a dar el primer paso "hay que indagar en las causas que están detrás de esa situación". "Detrás de la imposibilidad para practicar sexo puede haber un problema fisiológico, como vaginismo en la mujer o dolor durante la penetración en el hombre (porque, por ejemplo, no haya sido operado de fimosis), en cuyo caso habría que derivar al paciente al ginecólogo o al urólogo; psicológico, como miedo a un embarazo, fobias al pene o a la vagina, temor a no estar a la altura o, simplemente, timidez; o por creencias religiosas, entre otras muchas razones", indica Hodgson.

Cuando las causas que dificultan la primera relación sexual son de tipo psicológico, la sexóloga recomienda someterse a una terapia a través de la cual se podrán "identificar y combatir" los miedos de los pacientes. "Las personas de 30, 40 o 50 años que se encuentren en esa situación han de saber que, con ayuda profesional y aprendiendo unas técnicas de relajación, pueden superar ese bloqueo y llegar a disfrutar de una vida sexual completamente plena", señala, y añade. "Ante todo, tienen que sincerarse. A veces les da apuro reconocer que todavía son vírgenes por el qué dirán, y acuden a la consulta del especialista con cualquier tipo de excusa, pero indagando un poco es fácil detectar cuál es la raíz del problema", destaca.

Olga Hodgson afirma, además, que el hecho de tener una pareja no garantiza la actividad sexual. "Hay personas que no se han estrenado porque nunca han tenido una relación estable, pero también se han visto casos de mujeres que, pese a llevar toda la vida casadas, nunca han tenido relaciones coitales", explica esta especialista, quien señala que la dificultad para practicar sexo suele provocar más problemas a las personas con pareja. "Es una circunstancia que, a la mayoría, le genera mucha inseguridad. Piensan: 'Si yo no le doy a mi marido lo que quiere, se va a ir con otra'. Y a los hombres les sucede exactamente lo mismo", remarca.

Sea cual fuere la situación personal de los pacientes, esta experta apuesta siempre, en estos casos, por la terapia individualizada. "Aunque el paciente tenga pareja es mejor trabajar por separado y, cuando empiecen a verse los progresos, si fuese necesario, iniciar una terapia conjunta", apunta Olga Hogdson, y continúa: "El tratamiento se suele prolongar durante dos o tres meses, pero cuando no se tiene una relación estable puede durar algo más", concluye esta sexóloga.