Con solo 30 años el físico español Iván Agulló (Elche, 1980) ha hecho historia al ser el primer científico español que premia la Gravity Research Foundation (GRF) en los 60 años que lleva incentivando la investigación de la gravitación. Entre los laureados por la GRF destacan nombres de la talla de Stephen Hawking, el Nobel de Física George Smoot y Abhay Ashtekar, una autoridad mundial en estudios gravitacionales y director del grupo en el que investiga Agulló en la universidad estadounidense de Pennsylvania State. "¡Ojalá pueda llegar a parecerme a ellos!", dice ilusionado. Agulló, que estudió y se doctoró en la Universidad de Valencia, presentaba un trabajo conjunto con el profesor Leonard Parker de la universidad de Wisconsin-Milwaukee, con el que estuvo investigando durante 2009 y 2010.

-Su modelo teórico permite conocer mejor el fondo cósmico de microondas. ¿Qué aporta el estudio de esa radiación electromagnética que llena el Universo y que se dice que es el eco que dejo la explosión del Big Bang?

-Una cantidad de información enorme sobre el Universo temprano. Constituye una fuente de información única para saber lo que ocurrió en las etapas iniciales de formación del Universo. Es como una foto del Universo primitivo y por tanto, mirándola y observando sus detalles uno puede aprender muchísimo sobre cómo era y qué fue lo que ocurrió.

-Lleva tres años investigando en EEUU. ¿Cómo llegó allí?

-Una oferta de trabajo proveniente de un científico muy reconocido, como es Leonard Parker. EEUU tiene la ventaja de que cuenta con unos recursos bastante grandes, y eso hace que las plantillas de las universidades cuenten con científicos tremendamente reconocidos y brillantes. Esto es lo que hace tan atractiva la investigación en EEUU.

-¿Habrá encontrado muchas diferencias con respecto al sistema español de investigación?

-Hay una diferencia abismal, sobre todo en recursos. Allí el sistema universitario y científico es más parecido a lo que ocurre en el fútbol: fichar a grandes nombres. Tienen recursos importantes para poder ofrecer a los mejores investigadores buenos trabajos, y eso hace que científicos de cualquier parte del mundo, si son brillantes, puedan irse allí. En España, por contra, los recursos son algo limitados, por lo que quienes investigan aquí son los propios españoles que, por amor a nuestra tierra o por quedarnos en nuestro país, sacrificamos tener un puesto en una universidad prestigiosa. Es decir, que no hay mentes brillantes extranjeras que quieran venir a nuestro país.

-¿Y ahora, cómo se ve, más cerca de España o de EEUU?

-Aún estoy en periodo de formación, por lo que me veo en EEUU. Creo que el sistema norteamericano es muy bueno para formarse, porque estar cerca de estas grandes mentes te hace crecer. Respecto al futuro, uno nunca sabe realmente lo que va a ocurrir. Por un lado, evidentemente, te apetece volver a tu país, a tu tierra, estar con tu gente, pero, por otro, como científico siempre sueñas con trabajar en un lugar de prestigio, como Princeton o Harvard o algún centro de mucha calidad científica.

-Los contratos posdoctorales Ramón y Cajal, pensados para devolver a España a los cerebros que se habían ido fuera, están llegando a su fin y el abismo del paro se cierne sobre muchos investigadores. ¿Cómo lo están pasando sus compañeros?

-La gente que tengo a mi alrededor lo está pasando mal. Un Ramón y Cajal, primero que es muy difícil conseguirlo y la media de edad de los que lo logran es de 33 o 34 años. Duran cinco años, con lo que cuando acabas tienes una edad considerable y el futuro que se te presenta es incierto. Todo esto constituye una preocupación enorme no solo para los que están en esta situación, sino también para los que vamos detrás. Esto es lo que nos empuja a los más jóvenes a mirar hacia otros países.

-¿O sea que no hay otra salida que hacer las maletas?

-Desde mi punto de vista yo me presento en una situación donde creo que tengo algo de experiencia para volver a España, pero miro el panorama y está muy desierto. Para mí, ahora, por ejemplo, si quisiera regresar la única opción serían las becas Juan de la Cierva, que no son más que un contrato en prácticas. Y claro, un científico después de haber pasado cuatro o cinco años en el extranjero más otros cinco de doctorado, y que la única posibilidad sea un contrato en prácticas con un sueldo realmente bajo y con muy malas expectativas de futuro, pues la verdad te hace plantearte si merece la pena volver o buscar cualquier puerta en otro país.

-O sea, que se hacen esfuerzos por traer a nuestros científicos emigrados, pero una vez aquí no se les ofrece ningún futuro.

-Exacto, exacto. Lo que me parece que está haciendo el sistema español es formar muchísimos científicos de calidad, sobre todo en las etapas de licenciatura y de doctorado, pero después no tiene ningún lugar para ellos. Es decir, que está regalando al resto de países unos científicos perfectamente formados, y eso es una lástima.