"Steve ha muerto en paz, rodeado por su familia". Así anunció Apple el fallecimiento de Steve Jobs, el cerebro de la empresa y de los últimos avances en tecnología, como el iPod, iPad y el iPhone, entre un numeroso catálogo de revoluciones del sector. Jobs estaba considerado uno de los empresarios más brillantes de su generación. Sus principal rival, Bill Gates, lo recuerda en estos momentos con admiración, así como el mismo presidente de EEUU, Barack Obama. El mundo ha reaccionado con enorme pena ante su fallecimiento. Y, como las grandes figuras del mundo del espectáculo, los lugares emblemáticos de la empresa se han llenado de flores y manzanas (el símbolo de Apple) y velas digitales.

El cofundador y exdirector ejecutivo de Apple tenía 56 años y murió a causa de un cáncer de páncreas que padecía desde hacía años. "Todo su amor fue para su mujer, Laurence, y para su familia. Nuestros corazones están con ellos y con todos aquellos que fueron tocados por su extraordinario talento", dice la nota de Apple.

Jobs anunció su retirada el pasado mes de agosto, dejando en manos de Tim Cook la dirección ejecutiva de la compañía. Su decisión sacudió los cimientos de Apple, ya que muchos le atribuyen directamente sus grandes éxitos comerciales. De hecho, Cook presentó esta semana el último aparato, el iPhone4S: "La inteligencia, pasión y energía de Steve fueron la fuente de las innumerables innovaciones que han enriquecido y mejorado todas nuestras vidas. El mundo es mucho mejor gracias a Steve", sentencia el comunicado e Apple.

En la década de los setenta, Jobs, que abandonó los estudios universitarios, fundó Apple Computer con su amigo Steve Wozniak, con la que crearon el primer ordenador de la compañía. Sin embargo, una década después, el éxito del segundo fue clave para convertir a la empresa en un actor determinante del mercado.

A pesar de este éxito, las relaciones de Jobs con los altos cargos de la compañía le llevaron a ser despedido en 1985. Como consecuencia de ello Apple se desmoronó, aunque fue reflotada por el propio Jobs en 1997, cuando NeXT, la compañía que fundó tras su tras su despido, la compró.

En apenas unos años consiguió ser nombrado director ejecutivo, cargo que la empresa le otorgó de forma indefinida. El éxito del iPhone en 2007 consolidó su liderazgo internacional en el mercado de las tecnologías. Si bien, también consiguió revolucionar la animación en el cine con su otra compañía, Pixar.

Pero hay una evidencia: la muerte de Steve Jobs deja huérfano de padre a Apple, una compañía que moldeó acorde con sus sueños tecnológicos y que ahora se enfrenta al reto de sobrevivir a la ausencia de su visionario líder.

A pesar del golpe de efecto que supone esta pérdida, Apple encara la era postJobs como la segunda empresa más valiosa de EEUU, desde la tranquilidad de ver cómo sus beneficios se duplican de año en año y sus productos marcan la pauta a seguir en el sector.

La mano de Jobs se encuentra detrás de los ordenadores Mac, cuyas ventas gozan de buena salud mientras los PC se desinflan; ideó el teléfono inteligente más popular, el iPhone; y emprendió el lucrativo negocio de las tabletas informáticas con el iPad, absoluto rey del floreciente mercado.

Fue Jobs quien pensó en el iPod cuando el mundo había empezado a hacer su transición del walkman y el discman a los reproductores portátiles de música en mp3. Más allá de los aparatos físicos, clave en esa expansión del universo "i" fue el soporte de aplicaciones y de servicios creadas al amparo de la tienda audiovisual iTunes.

La Academia de la Grabación de EEUU, la misma que otorga los premios Grammy, reconoció en su mensaje de condolencia que Steve Jobs había revolucionado la forma de escuchar música. Un legado que parece irrepetible y que podría jugar en contra de la compañía tecnológica en los años venideros.

A partir de ahora cualquier cosa que produzca Apple se comparará irremediablemente con los tiempos de Steve Jobs, quien para muchos fue más que un gran ejecutivo, fue un gurú que asoció la imagen de su empresa a una filosofía de calidad y diseño que atrajo a millones de adeptos dispuestos a comprar cualquier cosa con el símbolo de la manzana mordida.

Un número de fieles que fue creciendo a medida que Apple ampliaba su red de tiendas por todo el mundo y abarataba sus productos, al sacarle partido a las economías de escala y la externalización de su fabricación en masa a China.

Jobs convirtió, además, los lanzamientos de la empresa californiana en espectáculos; sabía manejar bien los tiempos para generar expectativas. Le gustaba guardarse un as en la manga, el factor sorpresa, que solía desvelar cuando parecía que no quedaba nada que decir y precedía con su habitual "una cosa más". De hecho, Jobs no ha dicho su última palabra en términos de productos y se prevé que en los dos o tres próximos años la estrategia de Apple esté aún fuertemente asociada a los planes de su creador.

Tim Cook toma el mando ahora de la gran herencia. De hecho, las acciones de Apple se recuperaban ayer en Wall Street tras la convulsión por la muerte de Jobs. Y la filosofía de Jobs comandaba ayer la Red y todas las informaciones. Se volvía a ver su trascendental discurso en la Universidad de Stanford, en el que recuerda su origen de "niño no deseado" que fue acogido en adopción y que, pese al esfuerzo de sus padres de acogida, no terminó la universidad: "una de las mejores decisiones que tomé", dice el mago de la tecnología.