Míriam es un nombre falso porque esta paciente de 44 años prefiere no dar a conocer su identidad. "No he contado que soy TDAH ni siquiera a los más cercanos; es algo que la gente no entiende", justifica.

Su caso, como lo califican los expertos, es el de una "TDAH exitosa" ya que se sacó una carrera universitaria y una oposición y tiene un trabajo de acuerdo a sus estudios. "Mi vida ha sido de lucha y esfuerzo, pero mis padres me apoyaron siempre", afirma. De niña no mostró ninguno de los rasgos que caracterizan este trastorno. Al contrario, Míriam era una niña obediente, tranquila e inteligente que sacaba muy buenas notas. Eso sí, muy despistada e incapaz de mantener el orden en sus cosas y sus tareas.

Especialmente, Míriam ha tenido siempre dificultades en su vida cotidiana. "Llegar a la hora a los sitios para mí es todo un reto, lo que se convierte en un problema en los trabajos". También la falta de atención ha provocado que tenga varios accidentes de tráfico.

La impulsividad es otro de los síntomas que más le han afectado en el terreno laboral. "Soy muy trabajadora pero no controlo las malas contestaciones y siento que no he progresado conforme a mi capacidad", asegura.

Míriam habla rápido -"lo siento, estoy haciendo un gran esfuerzo por hablar despacio"- y relata el largo peregrinaje por distintos especialistas hasta ser correctamente diagnosticada. "Comencé a ir a terapias a los 27 años por un trastorno alimentario que no se dieron cuenta de que estaba ligado al TDAH", relata. "Me habría ahorrado muchos sufrimientos si me hubiesen diagnosticado antes", afirma, al tiempo que agradece al doctor José Luis Fernández Sastre haber dado con su patología.