"La falta de plazas y la situación general que vive la investigación está provocando que gente con cuarenta años no tenga en donde caerse muerta, por decirlo de alguna forma, y no es muy normal". Emilio Castro, doctor en Física por la Universidad de Santiago, trabajó en Santiago, en Inglaterra y en Francia. Ahora está en la Universidade de Minho (Braga) con un proyecto para formar al staf para un centro de nanotecnología de Málaga.

"El año pasado me fui de Galicia muy cabreado; me cerraron las puertas dos veces, una cuando terminé la tesis y otra hace un año, porque no pude optar a una Parga Pondal", explica este físico pontevedrés.

Especializado en Física de partículas y en materiales, Castro decidió probar suerte la última vez en Braga antes de tirar la toalla. Y con 33 años aceptó volver a ser becado por si esta labor de formación de personal para el centro de Málaga le permite continuar trabajando por esta vía, precisamente en el centro de nanotecnología andaluz. "No estoy muy convencido de que vaya a salir bien, porque los centros de excelencia también están sufriendo los recortes presupuestarios en investigación. De nuevo son castillos en el aire, pero es mi última oportunidad. Si con 35 años, dentro de dos, me veo sin salida, pues abandono. He fijado ese tope porque lo he pensado mucho y no compensa", explica. Las más de 50 horas semanales que trabaja quizás sea lo que menos le importa porque Emilio es investigador por vocación: "me encanta cacharrear en el laboratorio, desde siempre, y divulgar también, explicar la ciencia". Su mayor preocupación es la continua sensación de supervivencia y de no verse tranquilo en un lugar.

Y de ser así, no será por no intentarlo. Castro trabajó durante cuatro meses gratis, cuando terminó la tesis, en Santiago. Y otros cuatro meses cobrando 500 euros al mes. "En la universidad está muy complicado porque no hay plazas. O hacen limpieza o es imposible", afirma Castro, quien recuerda que la Ley de la Ciencia no incluyó finalmente los cambios de los que se había hablado sobre la figura de investigador-docente (PDI). "Tienes que ser las dos cosas, más bien, eres docente y en los ratos libres, si quieres, investigas", indica Castro.

¿Y en la empresa privada? "También probé en Galicia. Lo que ocurre es que las empresas no son muy conscientes de lo que puede realizar un Físico especializado en investigación de materiales. Un ingeniero sí, pero un físico no. Es la pescadilla que se muerde la cola, porque al no saber cómo encajarlo tampoco sabes cómo beneficiaría a tu empresa y por eso no lo necesitas. Además, por ejemplo, yo a mayores tengo un Máster en Innovación, y en lugar de contratarme como investigador me contratarían, siendo doctor, como técnico de laboratorio de FP, con el salario equivalente", argumenta.