¿Cómo funcionan los trucos de magia? Las cartas que se asoman de una baraja, las mujeres a las que se corta a la mitad, las míticas cucharas que se doblan y hasta la Estatua de la Libertad que logra desaparecer ante nuestros ojos. Los magos aprovechan que solo vemos un 5% de lo que pasa delante de nuestros ojos y desechamos el 95% restante para engañar a nuestro cerebro.

La coruñesa Susana Martínez Conde, directora del Laboratorio de Neurociencia Visual del Instituto Neurológico Barrow de Phoenix, asegura que para poder procesar todo lo que ocurre delante de nosotros, necesitaríamos un cerebro del tamaño de una habitación. Esas técnicas de distracción de los ilusionistas las ha desvelado en el libro Los engaños de la mente (Destino), que acaba de publicar y firma a medias con su marido, Stephen L. Macknik, director del laboratorio de Neurofisiología del Comportamiento en el mismo instituto. Se trata del primer libro sobre neurociencia de la magia o neuromagia, el término que los autores han acuñado para definir la unión de estos dos mundos aparentemente tan distintos.

Durante diez años, la pareja ha estudiado las bases neurológicas que hay detrás de los trucos de magia. "Dimos con este tema por casualidad. Organizábamos el congreso Europeo sobre Percepción Visual y queríamos mostrar la ciencia visual de un modo que intrigara al público general", apunta Susana, que ha pasado esta semana en España promocionando su libro. Eligieron el mundo de los magos ya que sus trucos "ponen a prueba muchos de los procesos cognitivos que nosotros estudiamos en el laboratorio; comprender cómo funciona la magia en la mente del espectador desvela las bases neuronales de la consciencia misma", asegura la neurocientífica coruñesa.

A lo largo de las páginas del libro y con un lenguaje accesible para todos los ciudadanos, los autores demuestran que el engaño "es inherente al ser humano," que nos engañamos los unos a los otros constantemente, y que, al hacerlo, "sobrevivimos mejor". "Lo difícil es no engañar al cerebro", destaca esta investigadora.

La clave del éxito de los magos, apunta Martínez-Conde, está en que manipulan la atención del espectador y lo hacen, por ejemplo, a través del humor o al relatar una pequeña anécdota.

Trasladado a la vida cotidiana, nos recuerda que nadie es capaz de realizar dos cosas a la vez, "ni siquiera las mujeres", destaca divertida. "Eso es un mito que han expandido los hombres para justificar que nosotras hagamos más cosas. No hay evidencia científica de que la mujer haga mejor que el hombre dos tareas a la vez: todos somos ineficientes en ese sentido", insiste, "lo que corrobora que es un error enviar un mensaje de texto mientras conducimos o escuchar música mientras pagamos la cuenta".

La neurocientífica pone ejemplos para entender que es nuestro cerebro el que construye la realidad. "Lo que vemos, oímos y sentimos se basa en lo que esperamos ver, oír y sentir", describe. Esto explica casos reales de policías que han disparado a personas de color sospechosas porque estaban seguras de ver que sacaba un arma cuando, en realidad, era una simple cartera.

Otras aplicaciones de la magia

El uso de las técnicas del ilusionismo puede contribuir a detectar y tratar enfermedades como el autismo y el alzhéimer, según asegura la científica coruñesa Susana Martínez-Conde. A través de estas técnicas consiguen, por ejemplo, captar la atención del público y desviarla hacia donde quieren, "lo que aplicado a personas con autismo, que tienen un déficit de atención conjunta, podría contribuir a detectar y tratar ésta y otras enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer".

"Los humanos tenemos una tendencia refleja a atender a lo mismo que otros prestan atención. Así, los magos consiguen que el público mire la chistera cuando ellos lo están haciendo. La hipótesis es que los que padecen autismo no pueden responder a estas claves sociales y es posible que no caigan en la trampa de los magos. De este modo, los trucos pueden servir como herramienta para el diagnóstico del autismo", explica la científica.

Por otra parte, en el alzhéimer existe una disminución de las capacidades cognitivas y atencionales. "Igual que los magos aprovechan estos recursos atencionales y cognitivos del público, pueden servir para potenciar estas capacidades en los enfermos de alzhéimer", concluye esta neurocientífica gallega, afincada en América.