Autoescuela de famosos. Escassi, Álvaro Muñoz Escassi, ha tenido un desliz. No, no me refiero a aquel desliz de cuando andaba de novio formal de Lara Dibildos y padre de su segundo hijo. Se acuerdan ¿no? Que le pillaron con una rubia que no era la hija de Laura Valenzuela, igual hasta era morena, y él se autoflageló ante las cámaras, como corresponde cuando la ofendida es una famosa y el ofensor un famoso, o aspirante. Escassi se ve que andaba de fiesta loca nocturna. Y la policía lo sorprendió en falta: alegremente marcha atrás por las calles de Madrid. Así que los agentes de Ana Botella que velan por el orden en la villa y corte le dieron el alto y le dijeron sopla. Y Escassi había soplado. Peor fue lo de su colega el Dioni, que se presentó la Guardia Civil cuando estaba en la granja de Acorralados a pedirle cuentas por una alcoholemia pendiente. Y por un momento el del furgón blindado recordó a Al Capone, cazado por evasión fiscal con lo que él había sido. Ahora que peligro peligro, por lo visto, la que tiene de verdad es Tamara Falcó Preysler, que igual se empotra contra un Starbucks que se sube a una mediana. Da la casualidad de que tanto Escassi como la hija del marqués de Griñón se sacaron el permiso de conducir en Cuenca. En la autoescuela de los famosos, donde van todos los ídem y que La Sexta eleva ahora a la categoría de reality. Así que con tanta celebridad al volante, que dios nos pille confesados.

Ambiciones. Ambiciones es una dehesa en las estribaciones de la sierra de Grazalema, Cádiz. Un cortijo decorado a golpe de heráldica, cinegética y taxidermia, es decir, lleno de vacas, vivas y muertas, escudos, blasones, dorados y esculturas clásicas. Belén Esteban dice que es muy bonito. Como somos de natural envidiosos no nos lo parece, tan bonito, sino más bien kitsch. Como somos de natural mal pensados, amén de obvios, Ambiciones nos suena a ambiciones. Pues no, se llama así porque así se llamaba un novillo, el primero que lidió Jesulín sin picadores. Ambiciones finca era, en los noventa, el trasunto andaluz de aquellas mansiones de Dallas, Dinastía o Falcon Crest que veíamos en la pequeña pantalla. Hoy está embargado. Hacienda, que somos todos, reclama unas deudas. El moroso presunto es el padre del torero y padre de toda la desgracia y la ruina que se ceba con esta familia, qué digo familia, clan, dinastía, linaje, casta. Humberto Janeiro, el extigre de exambiciones, prepara sus memorias. Y eso no hay fisco que lo embargue.

El póster. "Kate Moss, cuando era un niño estaba enamorado de ti. Sé buena, tenía un póster tuyo en mi pared". Igual hay matices que se pierden en la traducción. Porque, dicho así, no parece para tanto. Pero la supermodelo se sintió ofendida por Enrique Iglesias. Estaban ambos, Kate y el cachorro Iglesias, en la fiesta mexicana de cumpleaños de Sir Philip Green, dueño de una firma de ropa. Una suerte de Amancio Ortega pero, al contrario, nada discreto. Para que se hagan una idea, cuando cumplió medio siglo se vistió de Nerón. Lo que me extraña es el cabreo de Kate. La top no se ofende por cualquier cosa, que ha sido novia de Pete Doherty; la han fotografiado desnuda y esnifando y le han criticado la celulitis. Puede que le sonara mal lo del póster. Cada una es como es. Otras se hacen el Interviú para colgar en las paredes. Y tan contentas.

'Obregonadas'. De obregonadas se podría llenar un libro. ¡Anda, pero si ya lo ha hecho ella! Por eso no hablaremos aquí de la paella que le cociné a Spielberg, de cuando me colé en los Oscar, de cómo Robert de Niro sopló mi tarta de cumpleaños, del despiste que tuve al llamar señora a Franco o del vals que bailé con un Alberto de Mónaco machote que se moría por mis huesos. Esas cosas que yo pude soñar pero ella vivió. No, porque en mis sueños solo entraría un capítulo, el de Beckham. Y decir que no me acosté con él -a pesar de aquello tan feo de barbie geriátrica que me llamó Victoria- porque lo que yo necesitaba era un abrazo, es fastidiarme el sueño, bonita.

Humor británico. Todos los fastos organizados en el Reino Unido se supone que festejan el récord de la queen en el trono. Pero el verdadero jubileo de diamantes de Isabel II es otro. Y es que si la reina lleva 60 años ciñéndose un día la corona, otro el sombrero, suma 65 aguantando al duque de Edimburgo. Y eso sí que tiene mérito. Felipe Mountbatten es de profesión consorte y de vocación metepatas. La última: va de gira con su señora, se encuentra a un hombre con discapacidad en su silla y le pregunta ¿a cuántas personas ha atropellado usted hoy con eso? Lo pregunta en inglés y al susodicho le da risa. Menos mal. Eso, y que el duque siempre va un paso por detrás de Su Majestad. Por protocolo. Eso que se ahorra la reina si no anda fina de oído. Eso, y otras perlas como cuando interrogó a Obama sobre los líderes asiáticos: ¿y ya puede distinguirlos? o soltó "si tiene cuatro patas y no es una silla, los cantoneses se lo comerán". Pues una cosa les digo, lo cogen en España al duque y lo ponen de monologuista. Seguro.

Es el cumpleños de la duquesa de Gaga, digo de lady Alba, digo de la duquesa de Alba y también de Lady Gaga. Hay 60 años de diferencia, o sea que Cayetana podría ser la abuela de Stefani Joanne Angelina Germanotta. Pero el caso es que la recién casada, quién iba a decirlo, es la doña, de 86 y no la diva, de 26. No digo excéntrica, porque excéntricas, cada una a su manera, lo son las dos. Cayetana es además duquesa, de Alba de Tormes y de no sé cuántos sitios más. Porque es la aristócrata con más títulos de España. La más del mundo dicen que es Isabel II y que las dos viejas amigas -dicho sea sin segundas- se pican a ver quién tiene que hacerle la reverencia a quién. En cualquier caso, justo por detrás de ellas no se imaginarían nunca quién va. Una recién llegada a la cosa de la realeza y otra recién casada, Charlene Wittstock. Los títulos de la exnadadora, como duquesa de Valentinois, son más de nombre que de peso, eso sí, porque Mónaco es principado pero en minúscula. Pero a ver qué duquesa, como no sea una de la corte de Papá Noel y yo lo tenía por republicano, se pasea por la gélida Laponia perfectamente uniformada con un gorrito y en trineo con un señor tripón.