Los compositores escriben siguiendo ritmos y estructuras personales muy precisas e identificables, según acaba de descubrir un equipo de investigación canadiense tras analizar dos mil partituras escritas por más de cuarenta compositores a lo largo de los últimos cuatro siglos y según una amplia variedad de géneros musicales. El compositor español Fernando Agüeria considera que, efectivamente, las matemáticas cruzan las composiciones y pueden servir para identificar a los autores.

El estudio realizado en la Universidad canadiense de McGill ha permitido establecer una fórmula matemática que gobierna los patrones rítmicos por los que se rige toda pieza musical si se mueve en los parámetros convencionales.

En las últimas dos décadas los musicólogos, los psicólogos especializados en el área de la percepción y otros expertos en la física y las matemáticas que subyacen en la música han constatado que tanto la distribución tonal como la de volumen siguen en la música patrones matemáticos predecibles.

Desde esa concepción el ritmo es muy probablemente el factor más importante para el disfrute de la música. El doctor Daniel Levitin, de la Universidad McGill (Canadá) y figura clave en el nuevo estudio, considera que el ritmo es el primer patrón musical al que responden los bebés, y también es lo que hace que la gente sienta el impulso de ponerse a bailar; así que, a su juicio, no es ninguna sorpresa comprobar ahora que el ritmo también se rige por una fórmula matemática dentro de lo que se denomina "fractal", una estructura con un núcleo fijo y unas variantes que en conjunto pueden ser identificadas como pertenecientes a una misma familia aun con diferencias entre los individuos.

Por su parte, el equipo de Vinod Menon, de la Universidad de Stanford, en EEUU, ha constatado que todas las composiciones musicales que han analizado comparten la misma cualidad fractal. Efectivamente, en las piezas musicales que estén técnicamente bien compuestas, la estructura temporal de mayor alcance está hecha de construcciones repetitivas con sus propias estructuras temporales de corto plazo.

Los investigadores han descubierto que cada compositor tiene una firma rítmica propia, muy particular y característica. Existe una fórmula matemática que gobierna los patrones rítmicos por los que se rige toda pieza musical mínimamente convencional y capaz de hacer que la música sea percibida por el cerebro humano como placentera.

"Este fue uno de los hallazgos más inesperados e interesantes de nuestra investigación", indicó Menon. Los patrones rítmicos de Mozart resultan ser los menos predecibles. Los más predecibles son los de Beethoven. Los de Monteverdi y los de Joplin resulta que son casi idénticos, superponiéndose las distribuciones de ritmo.

¿Más importante que el tono?

Pero, de todas formas, cada compositor tiene su propia firma rítmica distintiva, que es posible reconocer. Los resultados de esta nueva y llamativa investigación también sugieren que el ritmo puede desempeñar un papel aún más importante que el del tono al transmitir el estilo distintivo de un compositor.

El compositor y profesor asturiano Fernando Agüeria considera que, efectivamente, "la música se basa en las matemáticas. La visión romántica no es muy ajustada a la realidad. Hablamos de acorde séptima de dominante, de números. Hablamos de un octavo o de que dura la mitad. Siempre matemáticas. Goethe dice que la arquitectura es música petrificada y en el Renacimiento se habla del ritmo en los arcos, pensaban que había que aprender de los músicos que eran los mejores matemáticos. Y no digamos en la acústica. Cada compositor responde a clichés que están relacionados con números y ritmos".