Realizar operaciones matemáticas de hasta 17 dígitos sin más ayuda que la mente. Huir de la calculadora, el lápiz y el papel para mejorar la agilidad mental y obtener resultados de forma rápida y sencilla. Esto es lo que promete el método Aloha, un proyecto educativo que enseña aritmética a partir de una técnica milenaria: el uso del ábaco. Con sede en 22 países, la empresa que imparte este método -cuya dinámica ya aprenden más de 5.000 alumnos, de 5 a 13 años, en actividades extraescolares que ofrecen 200 colegios de toda España- acaba de aterrizar en A Coruña y ya ha iniciado los contactos con centros escolares para empezar a dar clases a partir del próximo curso. Los profesores ven con buenos ojos fomentar el cálculo mental, pero siempre que se limite a un complemento a las clases convencionales. "Estos métodos no pueden sustituir la enseñanza en el aula ya que priman obtener resultados con rapidez cuando el verdadero objetivo didáctico es que los niñossepan cuándo es necesario utilizar las operaciones", indica el docente Manuel Pazos Crespo, socio fundador de la Asociación Galega de Profesores de Educación Matemática (Agapema).

Los partidarios del método Aloha aseguran que la enseñanza convencional olvida estimular el hemisferio derecho del cerebro. "Los niños están acostumbrados a memorizar las cosas y se desaprovecha la parte de memoria fotográfica, de intuición o de resolución de problemas", señala el director de Aloha en A Coruña, Pedro Chouciño, quien añade: "Con este sistemalos niños hacen gimnasia mental y esto les ayuda más allá de las matemáticas ya que aprenden másrápido, tienen mejor concentración y eso se nota en su rendimiento".

Para lograrlo, se recurre al ábaco, el instrumento de cálculo más antiguo del mundo y cuyo origen se ubica en China. "Hay referencias de ábacos chinos cientos de años antes de Cristo", indica Chouciño. Los alumnos -divididos en seis niveles en función de su edad y conocimiento- aprenden a utilizar este aparato para después recrear mentalmente las operaciones del ábaco y poder resolver restas, multiplicaciones o raíces cuadradas sin tener que utilizarlo. Cada ficha del ábaco representa una cifra y los pequeños deben moverlas en función de la operación a realizar. Una vez trasladado al ábaco todas las cifras del algoritmo, el instrumento muestra directamente el resultado. "Simplemente tienen que leer la cifra resultante, sin hacer todas las operaciones", indica Chouciño.

El saltarse el proceso de las operaciones es lo que no convence a los profesores de Matemáticas. "Lo más importante es que los alumnos aprendan a razonar, a resolver problemas y saber cuando y por qué tienen que usar una u otra operación matemática", indica Manuel Pazos, quien asegura, sin embargo, que el ábaco tiene "numerosas ventajas". "Es muy útil para aprender el sistema de numeración, pero a nivel didáctico se precisan otros materiales", añade. Desde Aloha también abogan porque la aritmética mental sea solo una actividad extraescolar, aunque aseguran que ya se incluye en el currículo escolar de algunos países asiáticos. Eso sí, ser veloz a la hora de hacer cuentas es cosa de niños. "De adultos, el cerebro ya no se está desarrollando y nunca obtendremos los mismos resultados", indica Chouciño.

Se define como un "defensor a ultranza" del uso de la calculadora en las clases de Matemáticas ya que es "un gran instrumento didáctico para resolver problemas" y porque asegura que lo realmente importante a la hora del aprendizaje de las matemáticas es que los niños "sepan cuándo utilizar las diferentes operaciones". Socio fundador de la Asociación Galega de Profesores de Educación Matemática, el coruñés Manuel Pazos reconoce que quizás el método de enseñanza de las matemáticas en el aula no es el más adecuado para atraer a los pequeños.

"El problema es que las matemáticas puras solo están en las aulas cuando en realidad las matemáticas forman parte de la vida: están en la economía, en una simple gráfica de la temperatura de un paciente en el hospital, las formas geométricas protagonizan casas y escaparates...", sostiene y añade: "En las aulas, sin embargo, está todo descontextualizado. Habría que modificar el sistema de enseñanza". Para ello, Manuel Pazos aboga por actividades en el exterior de los colegios. "Con solo fijarse en las losetas de algún parque podría hacerse una actividad: ver las figuras, cómo se forman, cómo podríamos reproducirlas, etc.", añade este docente, quien cree que si la calculadora aún se prohíbe en algunos centro es por el temor de algunos docentes a su uso.