El número de gallegos que decide darse de alta en el registro autonómico que prohíbe la entrada en bingos y casinos para controlar su adicción al juego descendió un 65,9% en los últimos tres años. Si el denominado Registro Informático de Prohibidos contabilizó 182 altas en el año 2009, la cifra bajó a 62 en 2011 y va camino de no superarse este año, donde hasta el pasado 20 de agosto había 39 nuevos inscritos, según los datos de la Consellería de Presidencia, de la que depende este archivo. Desde la Asociación Gallega de Jugadores de Azar (Agaja) tienen claro que este descenso no significa que haya menos ludópatas y lo achacan a que cada vez más adictos optan por darse de alta en el registro estatal, que también cubre el juego online. "El registro gallego sólo prohíbe jugar en bingos y casinos, algo minoritario. El nacional cubre más posibilidades", indica el presidente de esta entidad, Juan Lamas.

Baja el número de nuevos inscritos, pero no el total. Desde el año 2008, el registro de ludópatas gallego no ha parado de incrementarse cada año (los inscritos aumentaron un 18,5%) y ya suma 1.713 ludópatas vetados. Además, las altas ganan por mayoría a quienes deciden, una vez superada su adicción, que ya no necesitan esa medida de prevención: por 382 altas en los últimos tres año, hubo 140 bajas.

Estar en uno de los listados, ya sea el estatal o el autonómico, es obligatorio para todos aquellos que quieran iniciar un tratamiento de rehabilitación. El mecanismo del registro es sencillo. Son los propios ciudadanos los que voluntariamente deben solicitar a la Xunta que se les prohíba la entrada en cualquier salón de juego de la comunidad. Una vez dados de alta el control está asegurado ya que bingos y casinos introducen en un sistema electrónico el DNI de cada cliente que pretende entrar en sus instalaciones y si éste figura en el registro de prohibido saltará una alarma.

Pero para las asociaciones, esto no es suficiente. "Es mejor el registro estatal, primero porque abarca más territorio, no podrás jugar en otra comunidad y segundo porque impide también el juego online", indica Lamas, quien recuerda que las webs de juegos de azar obligan a introducir el DNI, "de forma que si alguien está en el registro de prohibidos también se le niega el acceso a la página". Lamas aboga por unificar la regulación del juego en toda España. "No tiene sentido que existan 17 reglamentos diferentes. Que yo no pueda jugar en Galicia, pero sí en Benavente o desde mi propia casa a través de internet", añade.

Galicia, la que menos juega

Cada residente en la comunidad gallega gastó una media de 368 euros en juegos de azar -que abarcan desde loterías, la ONCE o tragaperras hasta bingos, casinos o casas de apuesta online-, lo que sitúa a Galicia como la autonomía con menos inversión en este ámbito por habitante, según la Memoria del Juego de 2011, publicada por el Ministerio de Hacienda. Junto a los gallegos, los residentes en Navarra y Andalucía son los menos amigos del juego -su gasto es de 427 y 465 por persona, respectivamente- mientras que en el otro extremo se sitúan madrileños y valencianos: con 723 y 670 euros por habitante.

Las nuevas tecnologías han cambiado el perfil del ludópata gallego. "La mayor parte de los pacientes a los que atendemos se enganchan a las tragaperras o al juego online, que es el que tiene un mayor auge en los últimos años", indica el presidente de la Asociación Gallega de Jugadores de Azar (Agaja), Juan Lamas. Una situación a la que no ayuda la nueva regulación del juego que permite nuevas licencias para abrir webs de juego así como instalar máquinas de apuestas deportivas en bares, restaurantes o incluso estadios de fútbol. "No estamos en contra de que estas nuevas formas de juego, pero sí pedimos que estén bien reguladas", resalta.

Por todo ello, el ludópata del siglo XXI en poco se parece al de hace unas décadas. "Es gente mucho más joven, solteros, que llevan poco tiempo jugando y que gastan menos", indica Lamas, quien añade: "A la hora del tratamiento es similar al de otros ludópatas, pero el problema es que estos nuevos adictos no son conscientes del problema que tienen. Antes llegaban con mucho sentimiento de culpabilidad y ahora se creen que tienen un catarro".

Eso sí, los nuevos ludópatas llegan antes a consulta porque se les pilla antes. "Son estudiantes o gente en paro y con la crisis se les descubre rápidamente que están gastando el dinero en el juego", sostiene Lamas.