El psicólogo y coordinador de Abramos o círculo, Joaquín Prieto, sostiene que las parejas o exparejas de los usuarios del programa no participan en él en ningún momento aunque, aclara, "sí nos ponemos en contacto con ellas al principio, para romper posibles expectativas y que sepan qué pueden esperar y qué no".

"Hablamos con ellas para contrastar que la información que nos aportan los pacientes es veraz y para asesorarlas, dejándoles claro que si han tomado una decisión, no deben cambiar de idea solo porque ellos vayan a terapia", subraya Prieto, y reitera: "Aunque el porcentaje de hombres que concluyen el programa es alto -entre un 70 y un 80%-, el hecho de que hayan solicitado su incorporación no significa que lo vayan a aprovechar, por lo que no debe ser un elemento que lleve a las mujeres a cambiar decisiones como la de separarse".

Aunque "mucha gente tacha de inútiles este tipo de terapias", Joaquín Prieto asegura que "sí es posible rehabilitar a un maltratador", aunque "resulta complejo". "Hay que tener en cuenta que no todos los hombres que inician el programa lo terminan y que, entre quienes sí lo hacen, no todos han sabido aprovecharlo. Además, cabe la posibilidad de que haya recaídas", señala.

El coordinador de Abramos o círculo asegura que los participantes en el programa no se ajustan a un perfil determinado. "En nuestras terapias participan desde jóvenes de 18 años, hasta hombres maduros de 40, 50, 60 o incluso más, procedentes de todos los niveles socioculturales y económicos", explica Joaquín Prieto, quien afirma que la principal característica en común de todos ellos es que "siempre intentan ejercer un dominio sobre la mujer". "A veces es difícil que reconozcan que esto ocurre porque el maltrato no siempre es físico, en la mayor parte de los casos se trata de humillaciones, desvalorizaciones, intimidación... creen que tienen posesión sobre la otra persona", remarca el experto.