Sus ojos se posaron por primera vez en Marte en el año 1976. Los periódicos de Los Ángeles reproducían en portada las "fascinantes" imágenes del planeta rojo captadas por la sonda Viking y Arthur Amador, un estudiante de Secundaria y nieto de emigrantes gallegos, decidió entonces que aquel sería su destino. Ahora dirige desde el centro JPL (Jet Propulsion Laboratory) de la NASA,en Pasadena (California), la misión del Curiosity, el avanzado robot de exploración cuyos progresos diarios sobre la superficie marciana desde que aterrizó el 6 de agosto generan expectación en todo el mundo.

Sus abuelos, originarios de dos aldeas ourensanas, se conocieron en Cuba y la hija de ambos, Laura, emigró después a Los Ángeles con su marido. Allí nació Amador en 1958 y, con las imágenes del Viking en su mente, estudió Ciencias de la Computación. Se estrenó en la NASA dentro del proyecto Galileo, la sonda enviada al espacio en el 89 para estudiar Júpiter. Después trabajó en los equipos de los primeros robots enviados a Marte, Spirit y Opportunity, y desde 2009 es uno de los directores de la misión del Curiosity.

"Llevo más de 25 años en el JPL y para mí es como ir todos los días al parque de atracciones. Este laboratorio es muy especial porque ya era parte del Instituto Tecnológico de California antes de que se crease la NASA en el 58 y desde entonces todas las misiones de exploración interplanetarias han sido concebidas, diseñadas, construidas, verificadas y operadas desde aquí", destaca.

La misión del Curiosity arrancó con dos directores pero, tras su exitoso aterrizaje en Marte, son cinco expertos -Amador es el único latino- los que se turnan sin descanso en la sala de control para garantizar su integridad. Desde principios de agosto, Arthur Amador vive jornadas laborales de "mucho trabajo y excitación" que se corresponden con el día o con la noche de Marte, cuya duración es un poco mayor que en la Tierra. Esto quiere decir que su horario de entrada se va retrasando 40 minutos cada vez. "Es un poco difícil, porque al cabo de varias semanas estás trabajando de madrugada en vez de a pleno día", comenta divertido.

El ingeniero de origen gallego calcula que en noviembre, "en torno al sol número 90 de Marte", el equipo de directores podrá recuperar sus rutinas horarias porque ya podrán automatizar procesos del robot. Antes, el Curiosity, que en las últimas semanas ha enviado impresionantes imágenes de Marte y algún que otro autorretrato, realizará su primer experimento. "Ya ha abierto las compuertas para analizar en el laboratorio de a bordo la atmósfera marciana, pero en un mes más o menos podrá recoger una muestra del suelo con su pala para estudiarla y después utilizará el traslado para perforar la roca. Nuestra labor como directores es guiar al equipo y mantenerlo sano para cumplir los objetivos de los científicos y los requisitos de los ingenieros", revela Arthur Amador.

El Curiosity ya ha recorrido más de cien metros, pero le queda un largo viaje de dos años por el planeta rojo. "Nos ayudará a comprender si el suelo y el ambiente de Marte pudieron haber mantenido alguna forma de vida en el pasado, pero no necesariamente encontrará algo vivo. Lo más interesante de estas misiones es que siempre se descubre lo que no se esperaba", sostiene.

Amador ha sido testigo de "la evolución de la exploración" espacial desde finales de los ochenta. -"Cada misión no sería posible sin la anterior", señala- y de cómo Europa se ha sumado a los viajes planetarios. Pero de este último reto destaca "la participación de todo el mundo". "Ha sido muy diferente a cuando aterrizamos en Marte con Spirit y Opportunity en 2004, cuando no existía Facebook ni Twitter. Fue muy bonito ver ahora cómo la gente hacía comentarios sobre el aterrizaje del Curiosity y se pasaban fotos en tiempo real", destaca.

El aterrizaje del Curiosity, o los "siete minutos del terror", transcurrieron a cámara lenta para Arthur Amador. "Fue como un sueño. A veces me parece que sigo soñando ¡y no quiero despertar!", bromea. Por su mente habían pasado todas las contingencias posibles: "Y pasó lo que nunca me hubiera imaginado. Todo funcionó correctamente". Lógico que los abrazos, las risas y hasta las lágrimas surgiesen en la sala de control.

La presencia de la tecnología más avanzada en Marte ha sido posible gracias al esfuerzo de centenares de ingenieros y científicos que trabajan en la misión desde hace años y los colaboradores que ahora la hacen posible en diferentes países como los responsables de las antenas de la NASA en la base española de Robledo.

Arthur Amador tiene claro que solo el 10% del éxito de una misión depende de la tecnología. El resto está en manos de las personas. "En JPL trabajan personas con mucho talento, pero también con mucha dedicación y persistencia. No sueltan un problema o una meta hasta que lo consiguen y así es cómo se logran las cosas difíciles", asegura.

Algunos de estos profesionales de brillantes currículums e incombustibles al desaliento son también de origen español, como Fernando Abilleira o Tomás Martín Mur, ambos integrantes del equipo de vuelo. Y la representación de nuestro país se completa con los investigadores del Centro de Astrobiología de Madrid que ha participado en el experimento REMS, la estación meteorológica del Curiosity. "Los científicos españoles están muy bien preparados, son de los mejores", aplaude quien señala que el contingente de latinos es significante e importante "tanto en numero como en contribución".

Aunque asegura no estar "muy al tanto" de la fuga de cerebros españoles que están originando los recortes públicos en el sistema de I+D, Amador asegura que la investigación "es parte del espíritu del ser humano".

La NASA, que acumula también varios años de rebajas por parte del Gobierno en sus presupuestos, canceló en 2011 su programa de transbordadores espaciales. Pero el propio Obama llamó al JPL tras el aterrizaje del Curiositiy para felicitar a los expertos y garantizar su compromiso personal con las inversiones. "No hay nada mejor que un éxito como éste para mantener el interés y el respaldo del sistema político. Era lo mejor que podíamos hacer para que el presupuesto de la exploración fuese protegido. Ha interesado y emocionado a gente en todo el mundo porque nos recuerda lo insignificantes que somos y lo apasionante que es explorar algo nuevo. Además la NASA solo recibe un 0,5% de los presupuestos del Gobierno de EEUU y solo un 1% de esa cantidad se destina a viajar otros planetas", defiende. "Obtenemos resultados extraordinarios con una inversión tan pequeña", destaca Amador, para quien lo más importante de estas misiones no son las mejoras tecnológicas, sino "la inspiración que produce llegar a un sitio nunca visto por ojos humanos".