El Ministerio de Educación propuso ayer una evaluación final uniforme y nacional para obtener el título de graduado en Secundaria, cuya nota será el resultado ponderado entre la calificación de la etapa educativa, que tendrá un valor del 70%, y la de la prueba, con un peso del 30%.

La prueba será para todos los alumnos, aunque diferente si han elegido la vía hacia FP o hacia Bachillerato en el último año de ESO, según precisó la secretaria de Estado de Educación, FP y Universidades, Montserrat Gomendio, al explicar la reforma educativa que prepara el Gobierno en la comisión del Senado.

En Educación Primaria habrá una evaluación en el tercero de los seis cursos para detectar precozmente las deficiencias en lectura, escritura y aritmética básica de los alumnos y poder aplicarles apoyos y refuerzos; y otra a final de la etapa sin efectos académicos tampoco, que no implicaría la repetición de curso si no se supera. Será el equipo docente quien decida si se repite sexto curso o bien se emite un informe de orientación para que el profesorado de ESO sepa qué apoyos necesitan los alumnos para seguir al ritmo adecuado.

Al final de Bachillerato habrá también una prueba uniforme para obtener el título, en el que las calificaciones de la etapa tendrán un valor del 60% y la nota de la evaluación será el 40%.

Cada universidad podría decidir el valor que da a esa evaluación para matricularse en una carrera o si quiere exigir una nota determinada, un examen adicional o una entrevista. Serán evaluaciones no solo de conocimientos, sino de competencias transversales.

La mayor autonomía de los centros educativos se conseguiría, según la propuesta del Ministerio, a través de la especialización curricular o implantación de métodos pedagógicos propios.