Es una de las enfermedades neurológicas más común, pero siguen existiendo luces y sombras entre los enfermos, sus familiares y la comunidad en general, lo que provoca que continúe siendo un hándicap en la vida de quienes tienen contacto con ella. Afortunadamente la sociedad ha evolucionado y le hemos perdido el miedo, no pensamos en brujería o hechizos y los investigadores buscan soluciones para tratar la enfermedad y mejorar la calidad de vida de los pacientes.

Se considera una afección crónica de etiología diversa caracterizada por crisis recurrentes asociadas a manifestaciones clínicas o paraclínicas. Para diagnosticar a un epiléptico se hace imprescindible que sufra más de una crisis, que puede ser parcial o generalizada (entre las que se incluyen las tónico-clónicas, fácilmente reconocibles porque son muy aparatosas).

Afecta a todas las edades, siendo más preocupante en niños y jóvenes, en quienes la aparición de las crisis y el uso adecuado de los fármacos condicionan su desarrollo, integración y aprendizaje. No debe ser confundida con una convulsión febril en un niño. Consúltale al pediatra cualquier duda que tengas.

El diagnóstico médico se basa en la descripción del tipo de crisis padecida (que debe explicar un familiar porque el paciente no suele recordarlas), analítica, electroencefalografía, tomografía y resonancia. Algunos pacientes refieren, además de las convulsiones, otros síntomas como el dolor de cabeza, mareos, desmayos, pérdida de memoria, confusión, etc.

El tratamiento depende del tipo de epilepsia al que se enfrenta el médico. Algunas no lo precisan, pero en otras se aplican:

-Farmacológico para tratar los síntomas y que resulta efectivo en un elevado porcentaje de enfermos.

-Quirúrgico para quienes no se recuperan con los fármacos y es necesario eliminar el foco.

-Psicológico, unido al apoyo familiar y médico, porque la enfermedad les genera una gran ansiedad y estrés, pues se preocupan por su salud y por lo que pensarán de ellos los demás.

En algunos pacientes se han demostrado eficaces otras terapias cuya aplicación resulta controvertida entre los especialistas, dejándolas para quienes no responden a los tratamientos anteriores. Se incluye el seguimiento de una dieta cetogénica y la implantación de un marcapasos en el nervio vago.

Sea cual sea el tratamiento instaurado, el paciente debe asumirlo y cumplirlo para controlar las crisis y los efectos secundarios y enfermedades asociadas. Suelen ser de larga duración y de seguimiento estricto, pues los olvidos provocan crisis y agravan la patología.

Se recomienda, además, evitar los factores que favorecen las crisis:

-Ingesta de alcohol (excluirlo completamente de su vida).

-Sueño irregular.

-Vida desordenada.

-Consumo de cualquier fármaco o producto natural que pueda interaccionar con el prescrito. Consúltalo siempre.

-Actividades que desencadenan la crisis como los juegos de ordenador, el ruido, la luz, etc.

Ante una crisis convulsiva debes:

-Avisar a quienes estén alrededor por si necesitas ayuda. Intenta evitar las aglomeraciones porque son perjudiciales.

-Evitar que se golpee la cabeza contra el suelo colocando debajo una prenda. Lo mejor es colocarlo tumbado de lado apoyado en la izquierda.

-No mover ni sujetar al enfermo. Esperar a que termine la crisis que suele durar 1-2 minutos y controlar el tiempo mirando el reloj.

-Tranquilizarle con tu presencia y tus palabras para que la supere mejor.

-Ayudarle a respirar. Colocarle en una posición en la que las vías respiratorias estén libres.

-Avisar a urgencias si se complica: se golpea y sufre una herida en la cabeza, se repite la convulsión o la primera dura mucho, se queda inconsciente, etc.

Las mujeres deben tener en cuenta que los antiepilépticos interfieren con los anticonceptivos orales y pueden quedarse embarazadas. Como en ellas el embarazo debe estar muy controlado, si quieres tener un hijo, acude al ginecólogo y planifícalo para ajustar las dosis, hacerte un reconocimiento exhaustivo, administrarte vitaminas, etc. Si ya la padeces, no te desanimes y busca una asociación cercana en la que, entre otras posibilidades, encontrarás grupos de autoayuda que te preparan para convivir con la enfermedad.