Cartas que palpitan de amor, amistad, admiración y confianza entre dos genios de su tiempo que se amaron a pesar del "mundo necio, que prohíbe estas cosas; a Moisés que las prohíbe también; a la realidad, que nos encadena; a la vida que huye; a los angelitos del cielo, que se creen los únicos felices? Felices, nosotros. ¡Ay!". (Emilia Pardo Bazán, 28 de septiembre de 1889). Toda la correspondencia epistolar conocida hasta ahora entre Emilia Pardo Bazán (A Coruña, 1851-Madrid, 1921) y Benito Pérez Galdós (Las Palmas de Gran Canaria, 1843, Madrid, 1920), ve por primera vez la luz en el libro Miquiño mío. Cartas a Galdós, con prólogo y edición de la profesora coruñesa Isabel Parreño y el sevillano Juan Manuel Hernández tras un concienzudo trabajo realizado a lo largo de más de dos años.

Un total de 92 cartas -todas ellas de Emilia hacia Galdós y solo una del literato a la gallega- escritas a lo largo de 32 años, relatan de una manera muy especial la vida literaria de la época, las intrigas académicas, discusiones y "piques" entre los creadores y, sobre todo, la relación entre ambas figuras, que pasó de la admiración a la amistad, el amor, la pasión y, en los últimos años, de nuevo a una profunda amistad. La correspondencia de Emilia Pardo Bazán con Galdós abarca los mejores años creativos de la vida de ambos, entre 1883 y 1915, por lo que más allá del morbo que despiertan sus confidencias -recatadas para el momento actual pero escandalosas para su época- tienen un gran valor como testimonio histórico, literario y social del momento.

Solo una treintena de estas cartas -que se encuentran en la Real Academia Española- habían sido publicadas en una edición de 1975 realizada por Carmen Bravo Villasante. Otras tres se publicaron en un periódico mexicano, pero esta es la primera edición que reúne todas y las transcribe con rigor.

La relación entre la autora de Los pazos de Ulloa y el autor de Fortunata y Jacinta fue pasando por diferentes momentos como se trasluce ya en el encabezamiento de sus misivas, que van desde "Mi ilustre maestro y amigo" en 1883, al "Querido amigo y respetado maestro", un año más tarde; "Amigo querido, en 1886, y treinta y tantas cartas después, en 1989 le dice a Galdós: "Miquiño mío del alma".

Emilia Pardo Bazán, considerada la mejor novelista española del siglo XIX, era una avanzada de su tiempo, libre y anticonvencional. A pesar de ser ella una mujer separada (aunque casada de cara a la sociedad) y él un hombre soltero, ninguno de los dos se atrevió a sacar a la luz su relación, por lo que permaneció oculta durante todo el tiempo.

Isabel Parreño comenzó hace dos años a investigar las cartas entre Emilia Pardo Bazán y Benito Pérez Galdós. "Conocía la edición de 1975 de sus cartas y sentía curiosidad por conocer más", explica esta profesora de Literatura. Junto al sevillano Juan Manuel Hernández comenzaron una laboriosa tarea de rastreo para recopilar las 92 misivas de las que hay constancia hasta el momento, muy dispersas físicamente. "El trabajo ha sido muy interesante porque las cartas muestran perfectamente la evolución de su relación, que pasó de la admiración a la amistad y la pasión para, en los últimos años, distanciarse pero manteniendo hasta la muerte de Galdós un gran cariño", describe la autora.

Parreño no niega "el morbo" que tienen las cartas del momento en que la relación era más intensa, entre 1888 y 1889. "No hay que esperarse frases muy explícitas, pero sí algunas que, para la época, serían muy escandalosas si salían de labios de una mujer", apunta. Así alunos ejemplos son "cariño: ya estoy rabiando porque vengas", "Estoy deseando darte un beso en los bigotes" o "Me voy a echar encima de ti".

Parreño critica "cómo Emilia Pardo Bazán tuvo que aguantar que se metieran con su aspecto físico y la despreciaran para criticar sus trabajos, algo que nunca pasaba con un hombre", apunta. "En las cartas se revela una personalidad brillante, una gran intelectual, muy divertida y coqueta y se entiende que se hiciera muy atractiva para cualquiera".