Leandra Barela abrió su tienda Mundo Azúcar (www.mundoazucar.com) en O Burgo, hace casi tres años. En ella despacha, por encargo, galletas, cupcakes, dulces típicos de Brasil -su país- y su punto fuerte: las tartas fondant para bodas. "Cuando me casé, me di cuenta de que aquí no había tartas como las que se hacían en mi país y, como siempre me gustó la repostería, decidí empezar a formarme, yendo a cursos en el extranjero, porque, aunque ahora aquí hay muchos profesionales que imparten talleres, por aquel entonces -hace unos cinco años-, no había nada, estaba todo muy verde", explica Leandra, quien, aún siendo consciente de que la repostería creativa "vende, sobre todo, apariencia", destaca la calidad de sus productos, que "están hechos siempre con las mejores materias primas". "Aunque este tipo de dulces entran primero por los ojos, en el momento en el que se les da el primer bocado o se corta la primera porción, lo que queda es el sabor, el paladar. Por eso siempre trabajo con el mismo objetivo: que los clientes digan 'esta tarta es preciosa pero, además, está buenísima", remarca.

Leandra reconoce que la apariencia tan espectacular de sus tartas puede suponer a veces un handicap, porque "a algunas personas, sobre todo mayores, les da reparo probarlas, piensan que son todo apariencia, que solo se cuida el exterior, cuando para nada es así", insiste, y les invita a animarse. "Quienes los hacen, siempre repiten", asegura.

Aún así, reconoce que la decoración de las tartas es lo que más tiempo le lleva. "Decorar una tarta nupcial me puede llevar, perfectamente, unas diez horas, mientras que otras, en tres, ya están listas", apunta la propietaria de Mundo Azúcar, quien reconoce que el precio dependerá de la dificultad del trabajo y del tamaño, aunque la ración suele oscilar "entre 3 y 8 euros".