El exduque. Exyerno chungo, exduque chungo, Jaime de Marichalar, ha logrado que sus excentricidades indumentarias, su apego a la buena vida y su desliz -también- de cazador cazado (en su caso por permitir que su hijo, infante de España, portase un arma y se le disparase en el pie) hayan quedado en cosas de niños, como dijo la propia infanta Elena a las puertas del hospital. El que fuera duque de lujo, perdón, duque de Lugo, cumple medio siglo con un perfil bajo que se dice ahora. No en el anonimato, porque no es que Marichalar, que venía de cuna aristocrática -éste, por ser el primero quizá, no fue un matrimonio tan morganático- no se deje ver en saraos de todo tipo, pero desde luego eclipsado por el resto de su antigua familia política y real. Igual se abanica un día en un desfile de moda que el siguiente se codea con aquellos de la ceja y después se deja caer en un desayuno informativo con la plana mayor del PP en el Hotel Ritz de Madrid. Pero da igual, tú preguntas por Marichalar y remites a Álvaro, que es aventurero y hazañoso y acaba de emular a Ponce de León. Dices duque y zas, automáticamente surge el de Palma. Interrogas por el yernísimo y ¿en quién piensa todo el mundo? En el otro. Y así todo.

¿Otro príncipe Felipe?. No me parece buena idea, de verdad lo digo. Los británicos, a los que les gusta más una porra que a Belén Esteban el bingo, andan a vueltas con el nombre del futuro heredero del heredero del heredero. Isabel, Diana o Victoria serían los preferidos de Guillermo y Catalina si es niña. El nombre que se está barajando si es un niño es Felipe. Isabel por la bisabuela reinante y Diana por la fallecida abuela -un clásico, como la infantita Sofía de España; a lo de Froilán no le busquen explicación-. Victoria, Jorge o Carlos siguen la tradición dinástica. Pero, con la que está cayendo, llenar el mundo de principitos y princesitas con el mismo nombre va a acabar saturando. Príncipe Felipe ya tenemos uno en España. Mejor no tentar más a la suerte.

Pánico en la piscina. Tirarse a la piscina tiene sus riesgos, eso lo sabe todo el mundo, como lo de que para coger peces hay que mojarse el culo. Los peligros son variados. Por ejemplo, según Michael Phelps, todo el mundo orina en las piscinas igual que, según Mercedes Milá, la Merche, todo el mundo orina en la ducha. Sumando piscina, trampolín, cloro, bañadores y telerrealidad, las amenazas se multiplican de manera exponencial. Sonia Ferrer, la presentadora, se expuso mucho. Y cayó. Me refiero a que, saltando desde la plataforma, el triquini se le escurrió bajo las aguas donde la espalda pierde su casto nombre. ¿O a qué tipo de desliz pensaban que me estaba refiriendo?

Efemérides. El 16 de abril es el centésimo sexto día del año del calendario gregoriano. El 16 de abril de 1178 a. C. se produjo un eclipse solar. En la misma fecha de 1568, en Granada, los moriscos se alzaban en armas. Idéntico día pero de 1943 y en EEUU, el doctor Albert Hofmann descubría los efectos sicodélicos del LSD. Un 16 de abril, el del año 2003, Michael Jordan decía adiós al baloncesto. Fue el 16 de abril de 2004 cuando José Luis Rodríguez Zapatero (¿le recuerdan?) era investido presidente. Exactamente tres años después un joven mataba a 32 personas en un campus universitario de Virginia. El próximo 16, sumen a la lista de efemérides, Isabel Pantoja, ¡ay Maribel!, conocerá su destino.

Conventos y palacios. Qué alivio. Hemos recuperado a dos pilares, ¿qué digo pilares?, muros de carga. Por un lado, Tamara, la heredera natural de Isabel Preysler -con permiso de Julio José- no vestirá los hábitos. La hija lista de la familia, la heredera natural de Miguel Boyer, Ana, aclara que es verdad que a Tamara le ha dado muy fuerte, que está muy mística, de misa diaria, pero que la sangre no llegará al río ni la novicia al convento. El cuché tira mucho. Por otro lado, la Duquesa ha reaparecido en todo su esplendor. Moradita estaba ya toda de contener la respiración después de lo de Saritísima, que dije que no me movía hasta ver a mi Cayetana, 87 recién cumplidos, vivita y coleando del brazo de Alfonso Díez en algún sarao. Y, como si me hubiera escuchado, oigan. Más papucha, eso sí, pero ahí la tienen otra vez, en primera línea, presentado esta semana segundo volumen de memorias, repartiendo títulos a diestro y siniestro de lo sobrada que va, conmemorando sexagenario, pero de su ducado, y contando verdades como puños, como la que le montaron los hijos para tratar de impedir su casamiento y cómo tocar las joyas de la familia los apaciguó. ¡Y hasta promete detallar su noche de bodas!

Mariló Montero, en directo, a la reportera a pie de sepelio: "¿Qué hay dentro del coche fúnebre de Sara Montiel?". Reportera: "Los restos mortales de la actriz, Mariló, bonita" (la coletilla es añadido mío). La presentadora, desde plató: "¿Por qué está quieto allí el coche?". "Para que todos puedan despedirse, Mariló, que ya te vale (la coletilla vuelve a ser fruto de mi imaginación, aventurando lo que estaría pensando la chica)". Ya, ya, pero ¿qué hay dentro del coche además de esa foto?, requiere sagaz la reinona de las mañanas. Y la redactora plebeya, ojiplática ya: Mariló, jopetas (porque así imagino yo que se expresan para sus adentros las chicas de Las mañanas de la 1), ¿estás oxidada? Ah, no. Mariló sabe lo que se dice. ¿Acaso no cuentan que el féretro del comandante iba vacío por las calles de Caracas como los de Michael Jackson o Elvis? A Mariló no se la pegan, está en todo, desde que vio lo que nadie veía, lo de los trasplantes y las almas, está en el más allá y en el más acá. Ella es filósofa empírica, periodista de contrastar, actriz de método, científica de probeta, el dedito de Santo Tomás en la llaga, detective de pipa y lupa. Por dios, Mariló, ¡¿pero qué había en ese coche?!